Validez del trance y del oráculo en brujería

Ya he escrito un par de artículos (o más) sobre trance y oráculos y, aún así, me llegan muchas preguntas a este respecto. Imagino que esto sucede porque es algo muy ajeno todavía al grueso de la comunidad pagana. Y tiene sentido, porque la comunidad hispana todavía bebe mucho de los libros y, lamentablemente, poco de la práctica, principalmente por lo joven que es este tipo de religiones en el mundo hispanohablante.

Antes de sumergirnos más en profundidad en esto, introduciré el tema para quienes no estén familiarizados con él. Podríamos decir que tanto la brujería tradicional, como los rituales que se practican en la religión Wicca, requieren de un estado especial de conciencia, al que normalmente se llega mediante estímulos, como llaves psíquicas o rituales. Sin embargo, dado que el brujo en particular está en contacto con los espíritus de otros planos, se puede considerar a sí mismo un chamán, que mediante el cambio de conciencia puede llegar a obtener mensajes de entidades que se encuentran en otros planos de la realidad. Esos mensajes se pueden entregar a través de lenguaje hablado, por escrito o incluso incorporando a las entidades en su cuerpo. En algunas corrientes de Wicca, existen rituales en los que sacerdotes y sacerdotisas representan y canalizan a las Divinidades a las que se rinde culto, puesto que esta religión bebe en gran medida de la brujería tradicional, que podría considerarse un tipo de chamanismo.

Muchas personas se preguntan si quien hace de canal en esos casos debe perder el control de sus facultades físicas cuando se encuentran canalizando a la Divinidad. Hablaré aquí de mi experiencia para ilustrar lo que puede sucederles a muchos. Yo era de esa opinión y, de hecho, era como lo vivía. Sin embargo, me sorprendí cuando, con el paso de los años, empecé a canalizar sin necesidad de perder el control de mi cuerpo físico, ni la conciencia de lo que sucedía a mi alrededor. Llegué a pensar que estaba perdiendo «el toque», quizá por usarlo mucho. Había oído historias muy alarmantes sobre que abusar de las canalizaciones de Divinidades podía volver locas a las personas, porque se supone que la Divinidad no se corresponde con un campo energético humano. Así que este cambio de rumbo lo interpreté como un aviso de mi cuerpo, de que estaba usando demasiado esa técnica.

Sin embargo, seguí canalizando y dando mensajes perfectamente bien, a pesar de no perder en ningún momento la conciencia. Como ya me parecía muy surrealista, quise apoyarme en otras personas que me contaran sus experiencias, pese a que corriera el riesgo de invalidar mis canalizaciones o de acusarme de falsedad. Cuál fue mi sorpresa al recibir mayoritariamente la misma respuesta: la mayoría no perdía el control de su cuerpo, sino que permanecía en un estado de trance ligero y recibía los mensajes de esa forma.

Así lo corroboré con libros como «Priestesses, Pythoneses & Sibyls», editado por Avalonia Books, y el archiconocido «The Way of the Shaman» de Michael Harner. La obra de Harner me llamó especialmente la atención, porque trata el trance en bastantes partes del libro y comenta algo que yo ya había atisbado y sobre lo que escribí hace unos años (en este artículo de aquí), y es que el trance es algo fluido. Pero Harner va más allá y dice que el chamán es capaz y, de hecho, debe estar, en dos realidades a la vez: la del mundo de los espíritus y la del mundo físico. Es decir, usa la doble visión y trabaja el trance ligero para mantener la percepción de ambas realidades a la misma vez. Perder el control de su cuerpo le impediría realizar el trabajo de sanación que se le requiere como intermediario entre planos.

Asimismo, supe que, en la Europa de la antigüedad, perder el control total de la conciencia mientras se ejercía de oráculo era considerado algo de mal gusto o mala praxis, mientras que lo deseable era que se mantuviera un discreto trance ligero para estos menesteres. En otra liga estarían los practicantes de las religiones de la diáspora africana, a los que se requiere completa rendición a la entidad que les «monta», lo cual conlleva inevitablemente que la persona pierda el control y la conciencia de sí misma. Pero como aquí hablamos de Wicca, creencia emparentada con la Brujería Europea, y tiene mucho sentido que se mantenga ese trance ligero, en lugar de los milagros que a veces se observan en los rituales de herencia yoruba, por ejemplo. Podríamos decir que se trata de dos técnicas diferentes, basadas en dos culturas distintas, con sus correspondientes necesidades y formas de ver la vida bien diferenciadas.

En otras obras que tuve la oportunidad de estudiar mientras intentaba arrojar algo de luz al respecto, leí que el brujo o chamán pierde o no la conciencia dependiendo de qué cree que se espera de él o ella durante el ritual. Cuando alguien está más predispuesto a creer que un oráculo debe vaciarse para que entre la Divinidad, inevitablemente virará hacia esa forma de oraculizar. Mientras que, si considera que lo socialmente aceptable es mantenerse en un trance ligero, es más probable que así lo haga. Esto va muy consonancia con lo que ya apuntaba el psicólogo Carl Jung cuando hablaba de la hipnosis, y es que los seres humanos no podemos ser inducidos a hacer cosas que no estemos completamente predispuestos a realizar. Si alguien no está predispuesto a perder la conciencia, no lo hará.

Así pues, la próxima vez que alguien me diga que Fulana no perdió la conciencia en su oráculo, o que Mengana perdió el control completamente, no le daré más importancia porque realmente el grado de pérdida de control o conciencia no representa la validez de ese mensaje. Lo que está representando son los valores de Fulana o Mengana, y lo que cada una de ellas cree que es aceptable dentro de su contexto social. En mi caso particular, el cambio de pérdida de conciencia total a trance ligero solo representaba un cambio de paradigma personal y que, inevitablemente, me sentía más cómoda conforme practicaba más y, a nivel subconsciente, dudaba mucho menos de mi propia capacidad. En cualquier caso, para validar el resultado del mensaje tendremos que recurrir a poner en cuarentena el mismo, es decir, apuntarlo y revisarlo más adelante, sin hacer juicios de valor apresurados y poniendo siempre el filtro del sentido común.

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