«En la cara no, por favor»: la vida con una devoción a Brigit

Ya he hablado hasta la saciedad de una de las Diosas a las que rindo devoción de forma habitual, que es Brigit. De hecho, le dediqué el Templo que dirijo, ¡sencillamente porque la quiero mucho! Sin embargo, no suelo hablar de mis devociones de forma más personal porque no me gusta sentar cátedra o influenciar a otra gente. No obstante, y como me preguntan tanto, me gustaría compartir con vosotros cómo es la vida de una devota de Brigit, en este caso, la mía (¡no iba a ser la de la vecina!).

Cómo es ser devoto de esta Divinidad en mi caso queda perfectamente reflejado en la frase del título: «En la cara no, por favor». Es verdad que hay devociones y devociones, así que podríamos decir que el tipo de devoción que yo tengo (una devoción a bastante largo plazo con vistas a mantenerla de por vida, aunque en nuestro «contrato devocional» tenemos algunas cláusulas a cumplir en caso de estar impedida mental o físicamente) es bastante hardcore, no os voy a engañar. No es que la Diosa sea una sádica, al contrario, si algo puedo decir de ella es que la amo profundamente y es muy «buena gente», pero cuando quiere que aprendas algo, vaya si te da de leches hasta que aprendes. Eso sí, aprendes bien. Ten por seguro que lo que sea no se va a volver a escapar. Y ya os digo, depende del tipo de devoción, pero en mi caso la relación es bastante estrecha (9 añitos de «conocernos» mutuamente y un poquito menos con la devoción propiamente dicha), así que, como diríamos en mi tierra, la confianza da asco.

Mis aprendizajes con esta devoción han ido por fases, lo que no significa que para todo el mundo vaya a ser así porque dependerá de la persona, pero para que os hagáis una idea de todo por lo que hemos pasado juntas, os las voy a enumerar:

– Fase «¿Quieres inspiración? Pues toma dos tazas». Mi primera aproximación a Brigit fue por su carácter inspirador, de hecho 13 lunas surgió de las primeras devociones que le hice y la volví a reflotar cuando reanudé mi devoción con ella en 2010. Yo quería estar inspirada porque soy creativa y quería tener un plus de creatividad. Pues bien, resultó que la buena moza no me dejaba ni dormir mandándome ideas muy buenas. Me pasé como dos meses (sin exageraros) sin dejar de tener ideas para proyectos nuevos. Yo que soy naturalmente diurna, me volví un ave nocturna de tanto café y tanto trabajar en cosas bonitas hasta altas horas de la madrugada, hasta que el sueño por fin vencía y me podía ir a dormir, aunque sin quitarme el rumrum creativo de la cabeza.

– Fase «Las cáscaras». Esto me lo dijo ella en una meditación, «yo tengo cáscaras». Se me grabó a fuego. Me mostró que la cara que se daba de ella no era la que realmente tenía o se mostraba a sus devotos, que podía ser terrible en la ira, que no era ninguna colegiala. Personalmente tuve una etapa iracunda, estaba insoportable, será que se me pegó de la situación, de tanto trabajar con fuego o yo qué sé. Durante esta etapa, personas a mi alrededor dieron su verdadera cara y me llevé muchos desengaños. ¿Casualidad? Entonces creí que sí, ahora me parece que en absoluto.

– Fase «Los desposeídos». Siempre digo que Brigit me ha salvado el trasero en más de una ocasión, y eso os lo contaré después. Pero para saber que te ayudan y te protegen tienes que sentirte abandonado antes en todos los sentidos. Tras el tumulto anterior estuvimos en una etapa en la que «no me hablaba». No estaba enfadada o yo no sentía que estuviera así, sólo es que la mujer no estaba muy habladora que digamos. Me limité a seguir guardando la llama y a rezar mis oraciones normalmente, pero las pasé canutas y me sentí bastante abandonada. A día de hoy creo que fue una gran prueba de fe.

– Fase «Tú lo que tienes es mucho cachondeo». Brigit tiene mucho sentido del humor y su forma de ayudarme siempre conlleva algún chiste o chascarrillo, cosa que en esta fase fue harto frecuente. Normalmente cuento dos anécdotas a este respecto, aunque hay muchas más. Resulta que un día estaba hablando con una devota de otra Diosa a la que su Divinidad le «hablaba» mucho. Yo estaba en plan desposeída con Brigit y no me hablaba, así que me acerqué a su altar y le dije en un tono muy familiar (y en perfecto andaluz) «Ojú killa*, a mí no me dices cosas tan chulas como ésas. ¿Tú me quieres?». Al día siguiente me escribió una alumna del Templo para decirme que había estado en una meditación con Brigit y que tenía un mensaje para mí de su parte, pues le había dicho que me quería muchísimo y que a pesar de que tuviera dudas siempre estaba conmigo. Aquel día lloré como una niña pequeña. La otra anécdota que suelo contar es que estaba sin dinero y casi no tenía ni para comer hace dos años, cuando encontré el trabajo que tengo ahora: me llamaron un domingo a la hora del almuerzo y era una completa desconocida a la que le habían dado mi teléfono porque daba el perfil de lo que buscaban en su empresa. Surrealista a más no poder. Cuando me dijeron lo que iba a hacer y que iba a trabajar para Irlanda, me eché a reír. Brigit me había contado un chiste muy muy bueno.

– Fase «A mi niña no la toca nadie». Creo que estoy en ésta, aunque qué fase de la relación tengas sólo lo ves realmente a toro pasado. Me siento muy protegida, podría decir que me siento con mucha «confianza» como para pedirle cosas que pueda necesitar. Creo que a veces sale a protegerme incluso aunque yo no se lo pida. Oh, y el sentido del humor no lo ha perdido, afortunadamente.

Mi práctica devocional en la actualidad

Primero de todo y como decía arriba, tengo un «contrato» devocional renovable a los cinco años, y con vistas a hacerlo de por vida. Esto incluye cláusulas en caso de fuerza mayor (convalecencia, accidente, catástrofe natural, incapacidad física o mental, viaje, etc), y en algunos casos las devociones son «recuperables», por ejemplo en caso de que un día se me olvide guardar la llama de Brigit.

Ya entrando en la práctica en sí, trabajo en varias vertientes. Por un lado dirijo mi propio cill de guardia de la llama, Kildare, porque desde hace años soy guardiana de la llama de Brigit y fue mi primera devoción con ella. También trabajo la música y la poesía y le dedico incluso cuando estudio o cuando escribo posts en el blog. Por otro lado, mi trabajo también es físico, aunque esta parte de la devoción es muy reciente, haciendo ejercicio físico regularmente para mantenerme fuerte como una buena herrera. Y por último pero no menos importante, gran parte de mi camino chamánico y mis prácticas de trance y oráculo están «esponsorizadas» por ella, pero esto es debido principalmente a su identificación con la adivinación y el arte de la plañidera o acompañamiento de los difuntos. Reconozco que quise honrarla a través del Reiki porque es una energía sanadora, pero no terminaba de sentirme cómoda así que opté por trabajar con el elemento agua mediante el sacerdocio del mar (que también incluye trabajo con agua dulce).

Ahora mismo creo que estoy en ese punto en el que Brigit ya no es mi Divinidad Patrona, sino que es mi amiga, es mi madre, es mi consejera y significa mucho para mí. Me ha enseñado que los golpes del destino (en la cara no, por favor) a veces son necesarios para aprender y me ha animado a no tener miedo a las situaciones difíciles para poder salir de ellas. Me ha enseñado que puedo sacar mucho de mí misma incluso teniendo una gran sensación de escasez a mi alrededor. Lo mejor de tener una devoción con Brigit es que no siento que sea «celosa»: nunca me ha exigido que mi sentir religioso se dirija sólo a ella, es más, si esto es aplicable a las Divinidades a veces pienso que sería capaz de irse de cervecitas y tapas con Inanna, con Hécate o incluso con dioses tan lejanos como Shiva o Ganesha. Nunca me he sentido mal, ni «censurada», ni «castigada» por tener altares dedicados a otras divinidades en casa, y creedme, tenemos varios altares en diferentes habitaciones.

Éstos son los aspectos que creo resumen una relación muuuy larga, como ya veis, entre Brigit y yo. Mi único consejo si en algún momento os lanzáis a tener una devoción con Brigit o con cualquier Divinidad es que vayáis despacito, yo aquí ya he mostrado que mi trabajo es complejo y amplio, y lleva muchas vertientes, pero creo que la mejor forma de iniciar una devoción es mediante una única actividad (como en mi caso fue la guardia de la llama inicialmente) durante uno o dos años, y luego ya podéis pensar en hacer otras cosas. Si es con Brigit, creedme, no os van a faltar ideas para tener devociones.

(*) Ojú killo/a es una expresión de mi tierra para representar un sinfín de emociones. Killa o illa es una forma abreviada de «chiquilla». Ojú se usa sobre todo para expresar sorpresa, pero también puede significar «vaya tela». En este caso, expresaba un poco de fastidio, mezclado con un pelín de familiaridad. Quizás más de lo recomendado para tratar con una Divinidad.

One thought on “«En la cara no, por favor»: la vida con una devoción a Brigit

  1. Una entrada tan inspiradora como familiar.

    Me resulta muy bonito y emotivo cuando te das a conocer un poco en tus escritos, cuentas anécdotas y experiencias, siempre con ese sentido del humor que hace aflorar una sonrisa mientras se te lee, que me hacen reflexionar y darme cuenta de que, al fin y al cabo, esto es un camino en el que la sencillez y el disfrute del mismo han de ser lo esencial.

    ¡Espero leer más cosas tuyas pronto! 🙂
    Nuhmen Delos.

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