Caza de brujas moderna

Esta mañana me he quedado impactada por un artículo que habla del fenómeno de caza de brujas contemporánea que se está dando en la India.  En él se narran testimonios de señoras que han perdido todo por la acusación de un vecino, un amigo, un familiar, o un desconocido, y algunas veces es una acusación infundada.

Sé que este fenómeno no se da sólo en ese país, sino que sigue sucediéndose por todo el mundo. Sin embargo, que tu feed te lo venga a recordar es como rescatar un pensamiento de una Caja de Pandora mental, donde has encerrado ese trocito de realidad para no verla, en gran parte por lo horrible de esa noción. Cuando sabes que hay personas perdiendo su vida y su integridad física por una acusación de brujería, tus problemas del primer mundo parecen nimiedades, porque lo son. Pero lamentablemente, no puedo ir a la India a mejorar la situación de estas personas. Sería estúpida si intentara ir yo sola a defender a mujeres acusadas de brujería, porque no soy abogada, y probablemente acabaría mal. Pero sí puedo intentar convencer a otra gente, de aquí, a cambiar las cosas en su terreno, para conseguir una presión social lo suficientemente fuerte que hiciera que el término «bruja» pasara de estar tan denostado a estar mucho más aceptado.

Porque podría decir que esto en España no pasa, ya que a nadie le quitan sus bienes, su casa y su tranquilidad por ser bruja (hasta donde yo sé). Pero a ese respecto y, a pesar de las libertades de las que gozamos, que son muchas, seguimos estando tuertos frente a la realidad. La palabra bruja sigue siendo tabú en mi cultura. Su connotación sigue siendo negativa y está muy relacionada con la charlatanería y el fraude. Incluso los mismos practicantes preferimos el término, más general, «magia», a usar «brujería», porque el primero tiene mayor aceptación.

He observado que en la comunidad, muchas veces, sumamos epítetos a la palabra, lo que hace que no quede tan cruda. Por ejemplo: «brujería nórdica», «brujería del cerco», «brujería tradicional», etc. Para mí, aunque tenga sus diferencias, todo esto sigue siendo brujería, y no veo a casi nadie utilizarla así, a saco, sin adjetivos, «a jierro» que diríamos en sevillano. Por sí sola, sigue siendo un término tabú.

No digo que ahora todos tengamos que abandonar los adjetivos, pero sí que creo que hay que seguir educando al público en el uso digno del sustantivo brujería. Quienes la practicamos, creemos en el poder de la palabra para cambiar realidades, y la primera realidad que hay que cambiar es la nuestra propia.  Luego, podremos ir a la India a hacer de paladines de los indefensos todo lo que queramos. Pero, de momento, creo que es positivo crear conciencia sobre nuestra realidad, para poder actuar en las realidades ajenas. Si no lo hacemos así, los tabúes quedarán en nuestra Caja de Pandora mental, esperando a que, un buen domingo por la mañana, venga un artículo de algún feed a recordarnos que nos sentimos superiores porque «esto aquí no pasa», porque «esto es el primer mundo y demos gracias por nuestros derechos» (que sí), mientras permanecemos en la trampa discriminatoria que nosotros mismos nos hacemos.