Como volver a tener veinte años

Andar un nuevo camino es como trabajar en un artículo de blog al que no le has puesto título hasta que no lo terminas de escribir. No sabes de qué vas a hablar, no sabes qué te depara el futuro. Impone y, a la vez, resulta muy excitante. Sobre todo, es honesto.

A día de hoy, sigo el camino de nadie. No sigo tradiciones, ni estoy en grupos. Por primera vez en muchos años, estoy bailando a mi propio son, marcando mis propias huellas en la arena. Siempre dije que ser solitario era árido y, sin embargo, ahora mismo lo encuentro muy agradable. Hay mucho silencio a mi alrededor y, a la vez, vuelvo a oír las voces en todo aquello que me rodea. Cuando he dejado de tener distracciones, me he podido centrar de verdad en mi espiritualidad y me siento bruja más que nunca. No wiccana, no sacerdotisa, no esto o aquello. Bruja, así, a secas. Me siento conectada conmigo misma.

A día de hoy, miro hacia atrás y me siento casi como si hubiera roto el jarrón favorito de mi madre y no se hubiera acabado el mundo. Recuerdo que tuve una sensación parecida cuando dejé una relación bastante larga hace años, cuando era muy joven, porque me parecía mentira que me hubiera atrevido a dar el paso.

Cuando hablo con mis amigos sobre lo que quiero hacer, sobre lo que busco, siempre digo que busco hacer mi propia práctica. Se siente como volver a tener veinte años.