Hoy tengo la piel negra, así que píntame unos motivos en blanco. Moja una espátula en agua con ese barro pálido y pinta sobre mis brazos, mi espalda, mi cara. Deja que por unos momentos me abandone a esa sensación, la de la pintura mojada y la espátula que araña suavemente mi piel. Píntame y prepárame, desnuda, para esa pequeña muerte que me aguarda.
Cuando hayas acabado de pintarme, prométeme que me acompañarás al filo de la vida. Que estarás ahí en esa cita a ciegas que tendré con esa otra parte de mí, la misma que pronunciará palabras de muerte y me colgará de un clavo en la pared como si sólo fuera una cáscara vacía. Prométemelo, mi Ninshubur, para que no flaquee a última hora, aunque ahora mismo no sienta miedo. Recuérdame mis propias promesas. Porque a ti te valoro por encima de todos los me. Y a ti sí te escucharé. Aunque ya no quede cerebro pensante dentro de mi cabeza, sólo puro impulso e instinto animal. Leona, tigresa, loba, qué más da, lo único que importa es que vendrás a recordarme quién soy cuando mi garganta sea puro rugido.
Me ha gustado mucho esta forma de ver el descenso, muy personal. Salve Ishtar.