Cuando tenía 2 años tenía varios amigos imaginarios. Mi abuela, que ya entonces vivía pegada a la televisión, vio un día una entrevista que le hicieron a Gloria Fuertes, una escritora de literatura infantil que era especialmente famosa cuando yo era pequeña. Al parecer la Sra. Fuertes aseguró tener amigos imaginarios de pequeña. Mi abuela llamó ilusionadísima a mi madre: «La niña va a ser escritora», aseguró. Han pasado 30 años desde aquella escena familiar y, aunque no soy escritora, es verdad que la escritura es una forma fácil para mí de expresar lo que siento. Mucho más fácil que hablar, de hecho.
Como mujer adulta y devota de una Diosa de la inspiración como es Brigit, me planteo hasta qué punto es mi devoción la que ha forjado lo que soy como ser escribiente (entendido como aquel ser humano que encuentra placer y desahogo en la escritura), o si yo soy, por mi propia naturaleza y de acuerdo con el vaticinio de mi abuela, una escritora vocacional que ha buscado simplemente una Divinidad que la apoye en su locura. ¿Qué fue primero, la gallina o el huevo? Creo que en este caso las dos cosas, así como en la mayor parte de devotos que conozco.
Reflexionando sobre el tipo de devociones que encuentro y las relaciones que establecen la mayor parte de mis amigos paganos con las Divinidades de las que son devotos, llego a la conclusión de que las devociones forman personas, especialmente las que son difíciles y conllevan esfuerzo. Pero también la gente, por nuestras personalidades y nuestros gustos, nos sentimos atraídos por unas divinidades más que por otras. Creo que las devociones se parecen mucho a las relaciones amorosas con convivencia. Amo profundamente a Brigit, aunque su devoción sea muy dura a veces. Si me paro a pensarlo, me doy cuenta de que es como estar casada con la Divinidad en muchos aspectos: la mayor parte del tiempo es maravilloso si se está enamorado, pero en ocasiones hay cosas que nos hacen chocar o nos gustan menos. También creo que nunca me habría fijado en una Diosa como Brigit para tener una devoción si no fuera lo que es, si no resultara «compatible» conmigo. Igual que en las relaciones.
Así pues, considero que las devociones transforman a las personas, pero también son las personas las que se sienten atraídas por determinadas devociones con determinadas Divinidades por su propio carácter. Para mí, las devociones son como flores a las que hay que regar. No son rezos de un día ni de dos, ni un día o dos de actividad intensa para luego olvidarse. Es un compromiso, a veces por tiempo limitado, a veces para toda la vida. Depende de ti, de tu carácter. Yo creo en el esfuerzo, es parte de mi paradigma particular, y quizá por eso elegí a una forjadora de hombres, a una Diosa que, como yo, es aparentemente blandita y sonriente, pero que en realidad resulta una incansable guerrera que lucha por aquello en lo que cree y por aquello que le gusta. Mi Diosa y yo somos compatibles porque ambas creemos en que ese esfuerzo, esa lucha, lleva a la excelencia.
Por tanto, si en algún momento tú, querido lector, te preguntas si debes hacer una devoción con X Divinidad (cosa que a mí me preguntan mucho, no sé por qué, a lo mejor me han visto cara de gurú), creo que debes meditarlo muy bien y pensar si las características de la Divinidad con la que te pretendes comprometer son compatibles con las tuyas, es decir, si lo que pide o exige es factible para ti y si lo que rige te puede beneficiar para ayudarte a formarte como persona o a impulsar determinadas cualidades tuyas innatas.
En cualquier caso, y si me permites un consejo, no te dejes llevar por las modas. Ahora mismo puede haber 100 devociones a Hécate, 100 a Brigit y 100 a Afrodita porque pueden estar de moda. Hace unos años la moda fue Morrighan. Algunas personas se dejan llevar por las modas y otras se embarcan en devociones porque les gusta una Divinidad, se sienten cómodos y les resulta compatible con sus personalidades. Ninguna relación es fácil, e igualmente ninguna devoción lo es, así que no es buena idea seguir una devoción porque otros la sigan, tiene que llamarte de verdad. Es como meterse en una relación con Brad Pitt sólo porque Angelina Jolie lo haga, y como tú admiras muchísimo a Angelina Jolie te parece una buena opción (es un ejemplo, por favor, no tomar de forma literal, sé que a muchos puede que nos os caiga bien Angelina).
En cambio, si la Divinidad te llama, adelante. Como siempre, investiga, practica, diviértete, supérate, disfruta, ¡vive! Las Divinidades suelen recompensar y proteger a sus devotos con creces, dan una grata sensación de cariño y compañía, y te ayudan a forjar tu personalidad y tus dones más preciados. Merece totalmente la pena. Palabra de devota de Forjadora de Hombres.
Preciosa entrada, siempre me encanta leer las experiencias de personas que son devotas. Me gustaría apuntar un par de cosas más:
Una es que, al igual que hay modas con las devociones como dices, yo creo que también que ahora mismo hay una moda ahora de tener una divinidad tutelar o un patrón, como quiera llamarse. Están los foros y los grupos paganos por ahí llenos de gente preguntando que cómo se encuentra un patrón como si fuese indispensable, y no lo es. Y también se puede tener una relación más estrecha con ciertas deidades que con otras por el motivo que sea, no es obligatorio tener un único tutelar ni que sea una relación «oficial» necesariamente, y menos de manera precipitada y sin conocerles bien primero.
Dices que la gente se siente atraída hacia ciertas divinidades por el carácter, y es muy cierto, pero en mi opinión también puede pasar justo al revés: que alguien se sienta atraído por una deidad precisamente porque rige aspectos muy diferentes a los de tu personalidad. Yo no tengo una deidad tutelar exclusiva pero sí una relación muy estrecha con Dionisos, y puede parecer contradictorio porque soy una persona retraída, ordenada, muy calmada y poco fiestera, pero en realidad adorarle me ayuda a poner las cosas en perspectiva, le trae bastante equilibrio a mi vida y he acabado descubriendo mucha más afinidad con Él de la que se podría esperar a primera vista. Es una cuestión de reciprocidad, qué puedes hacer por la deidad y qué pueden traer Ellos a tu vida.
Hola Ana. Pues sí, estoy de acuerdo contigo. Creo que eso es parte de la compatibilidad, de hecho. Por ejemplo, mi marido y yo somos muy diferentes como personas y eso forma parte de la compatibilidad que tenemos. Con las divinidades no es diferente. Una persona puede querer tener una devoción o una «relación especial» con dioses que sean muy diferentes de ella, pero es una relación que se ha buscado porque se intenta encontrar una formación como persona y un impulso de x cualidades que, por cualquier razón, la persona considera que no tiene. Eso es enriquecedor. Por ponerte otro ejemplo, yo no me he considerado tradicionalmente una persona valiente y sin embargo estoy como devota con una diosa que requiere valor. Quiero decir, que no siempre la compatibilidad se traduce como «igualdad» sino como «complementariedad» en algunos ámbitos de nuestra personalidad, o así lo entiendo yo. ¡Un abrazo fuerte!