En este blog he hablado de San Beda el Venerable y de su implicación a la hora de liarla pardísima con Ostara y sus derivados en lo que se refiere a la Mitología anglosajona. Pero en el mundo hispanohablante tenemos varios ejemplos muy interesantes de reinterpretación cristiana de un culto pagano que, además, están muy en boga hoy en día. Uno de ellos es el culto a la Virgen del Rocío. Esto me vino a la cabeza hace poco tiempo, después de ver en Instagram una publicación de la autora gardneriana Yvonne Aburrow, que tenía un colgante de la Virgen del Rocío y a quien conté por encima de qué iba el tema, porque ella no lo sabía. Me sorprendió saber que esto no es conocido en el mundo hispano (menos aún fuera de él, como es el caso de Yvonne), así que me he propuesto hablar de este tema.
Para quienes no son de mi zona, explicaré brevemente que el Rocío es una aldea de la provincia de Huelva, que se encuentra muy cerca de las marismas del río Guadalquivir. Allí se erigió una ermita en honor de la Virgen del Rocío, antaño conocida como Santa María de las Rocinas, por el lugar en el que se encontró originalmente su talla, que fue en el Bosque de las Rocinas, en el Parque Nacional y Natural de Doñana. Este es un punto importantísimo, porque es el lugar donde confluyen las rutas migratorias de gran cantidad de aves de toda Europa y África, y cuya influencia se extiende por las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva. No os quiero ni contar lo que esto implica a nivel energético para quienes practicamos magia y/o brujería.
Durante el mes de mayo, concretamente en torno a la fecha de Pentecostés, una gran cantidad de personas realiza una peregrinación a la aldea del Rocío desde diferentes partes de Andalucía, sobre todo de Cádiz, Huelva y Sevilla, con el objetivo de rendir culto a la Virgen del mismo nombre. Esta peregrinación se dice que data del S. XVII, un siglo complicado para el cristianismo en las zonas rurales cercanas a Doñana. Ya varios expertos han asegurado que el encuentro de una talla de una supuesta virgen en un entorno natural tan remoto posiblemente no fuese casual. Es sabido que esconder vírgenes para que se encontraran milagrosamente era una práctica habitual en los sacerdotes cristianos para intentar derivar al pueblo hacia un culto mariano, donde había un sustrato previo de un culto pagano, normalmente a una divinidad femenina. De esta manera, se fingía un milagro de la Virgen y, el lugar al que estaba asociado, en el que normalmente había una manifestación previa del Sagrado Femenino, ya dejaba de ser asociado a esa figura previa y pasaba a ser relacionado con la Virgen María. De una manera muy parecida sucede, por ejemplo, con la Virgen del Carmen, la Virgen de Guadalupe y tantas otras. En cualquier caso, durante ese tiempo, se está viviendo en las zonas rurales de Andalucía Occidental una «escisión» del pueblo, que se encuentra virando de nuevo hacia unos cultos paganos, más centrados en la tierra y en las costumbres que se mantenían desde hacía milenios en la zona, y que habían pervivido a las diferentes invasiones extranjeras y regímenes políticos anteriores.
En Doñana se han encontrado restos arqueológicos diversos: desde Neolíticos hasta restos que posiblemente impliquen la existencia de la influencia tartesia. Recordemos que Tartessos es ese pueblo originario de la zona, aparentemente mítico, que últimamente se hace cada vez más una realidad frente a los que han reclamado que Andalucía Occidental siempre ha sido «territorio conquistado» o «colonizado» por pueblos extranjeros (signo este de un prejuicio a la capacidad del andaluz para tener su propia Historia, pero ese es otro debate). De Tartessos se ha contado que existía un culto al caballo (rocina significa yegua, por cierto) y un culto a los bueyes (se utilizan bueyes para tirar de las carretas en la romería del Rocío, también por cierto). Por tanto, la Romería del Rocío acaba teniendo una gran cantidad de elementos paganos, que ya se conocían de las leyendas de la zona, llegando a ser nombrados incluso en los trabajos de Hércules (los bueyes de Gerión, por ejemplo) o que han salido en el Cristianismo propio del curso bajo del Guadalquivir, con la enorme cantidad de cultos marianos que existen.
Si analizamos la figura de la Virgen del Rocío, vemos que tiene epítetos en común con la Asherah semita y la Astarté fenicia, por ejemplo, blanca paloma, título que identifica también al Espíritu Santo, que no es más que el Divino Femenino de la Trinidad cristiana (la Divina Shekinah). Hay que pensar que Doñana debía ser zona de influencia fenicia y que es sabido que los pueblos tartesios tenían comercio con los puertos de Sidón y Tiro. Así pues, la influencia religiosa de los pueblos de Fenicia es más que evidente en este culto, como también es evidente la cantidad de efigies con inscripciones fenicias que se han encontrado en el área (entre ellas la Astarté del Carambolo, Diosa a la que se rendía culto y que parece ser considerada la madre ancestral del pueblo tartesio).
A nivel social, el Rocío es una demostración de poderío económico. Hace falta ser relativamente pudiente para dejar tu vida y tus negocios durante una semana, tener tu propio modo de ir a la peregrinación y realizar el gasto que requiere. En los últimos tiempos se ha democratizado bastante más, pero, en origen, los señores latifundistas iban acompañados de sus criados y su ganado, así que la demostración era todavía mayor. En el Rocío se hacían negocios y, sobre todo, se cortejaba a las señoritas de las familias pudientes. Enlazándolo con la crisis del Cristianismo en torno a los S. XV al XVII en las zonas rurales andaluzas, al sacarse de la manga una peregrinación mariana, el clero se estaba garantizando la unión con las familias pudientes, al cristianizar a la figura a la que se rendía culto originalmente, y en honor de la cual seguramente se haría semejante despliegue de medios económicos. Es decir, un evento de esta altura era asegurar la financiación de los eventos de la Iglesia por parte de la clase pudiente, asegurándose así el clero la «publicidad» que esto conllevaba. Un crowdfunding en la Edad Moderna.
Dicho todo esto, parece que el culto a la Virgen del Rocío y su peregrinación no es más que la actualización cristiana de un culto pre-romano, posiblemente a Astarté-Hor, Tanit o una divinidad femenina similar, a la que se ofrendaban caballos y bueyes por parte de las familias poderosas, y a la que se rendía culto en primavera, coincidiendo con el retorno de las aves a Doñana. El carácter festivo, no doliente, de la propia romería, nos habla de un culto de la fertilidad vinculado a los ciclos de la propia marisma que, por cierto, era un lugar tremendamente rico hace 2.000 años, y que se encontraba mucho más cerca del mar de lo que se encuentra hoy día. La Virgen del Rocío tiene multitud de similitudes con Astarté, diosa de la fertilidad y la sensualidad, y el hecho de que se celebre su fiesta en mayo, con la naturaleza en ebullición, no parece casual en absoluto.
Como conclusión, este fenómeno, que ha sido ampliamente estudiado en los últimos años, nos invita a abrir los ojos a las romerías y peregrinaciones locales, y a empezar a ver de otra manera a las manifestaciones religiosas que etiquetamos como «cristianas» pero realmente, en el fondo, no lo son.