Había una vez, hace muchos años, una chica que no era perfecta ni nunca pretendió serlo. Esa chica empezó una relación con un hombre mucho mayor que ella. Esta persona que apareció en su vida parecía muy vivida y muy experimentada, así que, de primeras, ella se dejó aconsejar.
La chica tenía intuición, y su intuición le decía desde el minuto uno que había una agenda oculta en esa relación. Pero desechó ese pensamiento rápidamente. Intentó ahogar a su intuición. Mientras, él intentó amoldarla a sus deseos, porque ella era joven y adaptable, e iba a ser fácil hacerlo si se empleaba algo de mano izquierda. Empezó a vestir, maquillarse, teñirse y trabajar como él quería. Sus sueños de seguir estudiando se esfumaron. Pero las intuiciones son obcecadas. Con el tiempo, empezó a sospechar que la agenda oculta era que el hombre deseaba, por todos los medios, tener un hijo. Ella era demasiado joven y no deseaba hijos en aquel momento, ni en años próximos, si bien ella sabía que él no pararía hasta lograrlo. Así que, cuando la presión fue demasiada y ya casi no se reconocía en el espejo, ella se hartó e ideó un plan. Una forma irremediable de salir de la relación, de hacer que él no deseara volver nunca más. Hay que decir que no fue la mejor forma de salir de esa situación, pero al menos era radical. También hay que decir que fue muy difícil salir de aquello, porque todo lo que él decía se había convertido en palabra de los dioses, y para ella hacer su vida sola era bastante duro. Ya no había nadie que marcara la pauta. Estaba sola ante la vida adulta.
Esa chica tan joven era yo a los 21 años. Tuve una relación de dependencia emocional con un tipo bastante mayor que yo, que tenía sus propios intereses y, por suerte o por desgracia, no eran compatibles con los míos. Salí de ella a los 25. Lo intentó por todos los medios: con cariño, sin él, dialogando, con psicología inversa… y nada funcionó. Yo quería a alguien con quien compartir, pero con el tiempo me di cuenta de que la relación me resultaba enfermiza porque no me respetaba a mí ni a mis deseos, y que yo no deseaba cambiar ni un ápice de mí misma para darle gusto. Me sentía mal cuando tenía que ceder para amoldarme a lo que él deseaba. Yo también le irritaba a él, porque tenía que invertir mucho tiempo en convencerme de que lo que él decía era lo mejor, y generar la suficiente dependencia como para que yo continuara. Eso no era una relación sana: era una relación en la que no existía una aceptación ni un cariño sincero entre las dos personas que componían el tándem. Tan sólo había un capricho, una comodidad o una finalidad dada.
Y lo había sabido desde el principio.
¿Cuántas veces ahogamos nuestra intuición para no escucharla, pese a que sabemos que tiene razón?
Una de las cosas que estudiamos y trabajamos en la mayor parte de los entrenamientos espirituales paganos, precisamente, es a escuchar a nuestra intuición. Pero no de la forma en la que pensamos, que suele ser mediante el Tarot o mediante la clarividencia. Los dones espirituales son secundarios si no aprendemos a escuchar a nuestro corazón, a nuestra intuición y a lo que creemos que es correcto para nosotros.
Al final, el Yo Superior se manifiesta de muchas formas, y ninguna de esas formas es especialmente difícil. Siempre digo (y lo digo mucho) que los dones espirituales son secundarios. Que usar el Tarot no nos hace mejores brujos. Que las herramientas son herramientas, pero que el verdadero control de nuestras vidas no reside en un oráculo, sino que reside en aquello con lo que hemos nacido. Y todos, absolutamente todos, hemos nacido con intuición.
Lo que ocurre es que nos han convencido de que no sirve. De que son opiniones infundadas o meras emociones. Bienvenidos al mundo real: las emociones son pensamientos, y si están en nuestra cabeza, pueden modelar incluso nuestro recuerdo de los hechos. La memoria es así de traicionera.
Así que, la próxima vez que tu intuición diga algo que contradiga tus cartas, no te lo pienses: escucha a tu intuición. La próxima vez que pienses que alguien te está manipulando, no te lo pienses: escucha a tu intuición. Y así con todo. A veces fallarás, a veces acertarás, pero siempre serán tus propias decisiones. Y tampoco hay que tener tanto miedo al fracaso o al error. Las intuiciones son también mensajes de tu Yo Superior, que siempre buscará la manera más inmediata y sencilla de hacerte llegar su mensaje. Son mensajes que siempre estarán en consonancia con nuestro objetivo y nuestra misión en la vida, al fin y al cabo. Y las intuiciones, erradas o acertadas, nunca mienten. Las personas… no siempre son tan claras.
Hola he leído tu historia y seme han puesto los pelos de punta por que mi historia es muy parecida a la tuya he estado con un hombre 14 años mas mayor que yo desde los 19 hasta ahora que tengo 24 hasta hace dos semanas que ya no aguante mas y me fui a casa de mi madre sin ropa y sin nada lo deje todo atras además desde que estoy con este hombre curiosamente se me aparece el numero 13 en todos los lados desde los números de las puertas de las casas de alquiler hasta los asientos de tren autobús y día en que a mi ex lo detuvieron y metieron en la cárcel por robo luego lo deje me fui a otro pueblo me busco y fue a por mi otro día 13 siempre que miro el reloj que no es a menudo sale la hora y los minutos siempre son 13 estoy un poco asustada … Sabes por que me pasa esto ? Como me puedo iniciar en la religión wicca siempre he adorado la naturaleza y tengo una conexión muy especial con los animales desde pequeña cogía perros gatos y pájaros abandonados heridos en la calle y los curo el ultimo animal que cire fue un gorrión de días que nos hicimos inseparables no se movía de mi hombro . un gran gran saludo espero tu respuesta sobretodo por el número 13
Hola Silvia, realmente no tengo una respuesta a tu pregunta porque la simbología es diferente para cada persona. Tendrás que buscar en tu interior y escuchar a tu intuición (de eso va el post). Suerte.