Antes de empezar, no quisiera hacer de este post un muro de lamentaciones. La vida es demasiado corta como para estar quejándose todo el día, y yo ya me quejo bastante. Por el contrario, es más bien una muestra de las cosas que pasan cuando la gente no conoce cuál es tu religión, en qué consiste o por qué la practicas. Encuentro que, en los últimos años, la situación se ha relajado bastante, pero lamentablemente en poblaciones pequeñas (como en la que yo vivo) todavía hay sectores que tienden a comportamientos como los que, jocosamente, voy a relatar. Así pues, espero que os divierta mi «Top 10 de cosas que me han sucedido por ser pagana».
- Me dejó un novio. De esto hace, yo qué sé, eones. Tenía un novio del que estaba enamoradísima y cuando me hice pagana decidió que ya no era el tipo de mujer con el que quería estar. En realidad, tengo entendido que estaba interesado en otra chica y tuvo la excusa perfecta para terminar con la relación. A día de hoy le doy las gracias por hacerlo, ya que es muy buena persona, pero creo que habríamos evolucionado de una manera muy diferente si hubiésemos seguido juntos, visto el camino que ha tomado cada cual con los años.
- Me increparon por llevar un pentáculo. En una ocasión me llamaron «¡bruja!» por llevar un pentáculo al cuello, aunque fuera pequeñito y bastante discreto. Esto ocurrió hará unos diez años, y el contexto es que el señor que me increpó estaba en la puerta de un centro de oración evangélico. Supongo que no le sentaría bien que yo caminara por la misma acera donde estaba el centro al que él iba a orar. Pero… ¡la acera es la vía pública, y yo podía ir por donde yo quisiera! Tampoco me lo tomé a mal, hay gente para todo.
- Me preguntaron si era judía. Durante el tiempo en el que llevé un pentáculo, me preguntaron repetidas veces si era una estrella de David. No soy la primera a la que le pasa esto, ni seré la última. Ya al final me lo tomaba con mucha guasa.
- Me insultaron por no poder casarme por la Iglesia. Esto es un poco menos divertido. En una ocasión me llamaron «gilipollas» (que en España es una palabra bastante fuerte) por ser apóstata y no poder casarme por la Iglesia Católica. ¡Ni que tuviera ganas de casarme por la Iglesia, oiga! Si hubiera querido, me habría quedado de católica y santas pascuas.
- Fardaron de mí por ser pagana. Yo llevo mi religión, en mi vida diaria, con muchísima discreción (en el trabajo, cuando voy a comprar el pan y esas cosas, no voy diciendo a nadie que lo soy). Y los que me conocen saben que soy bastante reservada con mi vida privada. Más de una vez he pasado verdadera vergüenza porque había personas que consideraban que mi vida religiosa era algo tremendamente interesante y exótico, como para darse a valer ellas mismas por el hecho de conocerme. Así pues, he tenido que dar explicaciones de mi práctica religiosa a gente que ni me iba, ni me venía, sólo porque había un tercero que pensaba que era súper chupi que yo fuera pagana y se había dedicado a contarlo a todo el mundo. Lo peor es que ni siquiera le había hablado de mi religión a ese tercero, sino que se había enterado de manera casual hablando con otra persona. Surrealista.
- Contactaron con mi madre para ver si ella sabía que yo era pagana. Digamos que alguien del Paganismo que yo conocí, a su vez, por una casualidad de la vida, conocía a mi madre. Pues no se cortó un pelo y contactó con mi madre para ver si ella sabía que yo era pagana. Mi madre, que es católica, menos mal que lo sabía y que siempre ha tenido una actitud buenísima hacia lo que hago. Si mi madre no llega a ser así, me habría metido en un buen berenjenal familiar.
- Me criticaron por ser «antivacunas» (cuando no lo soy). A día de hoy tengo a mi hija vacunada de todo lo obligatorio, pero se ve que hay gente que confunde la velocidad con el tocino, y que piensa que por ser pagana no vacuno a mis retoños. La vacunación (o no) es más bien una decisión de cada familia, y cada madre o padre toma la que considera conveniente de acuerdo con sus convicciones científicas. A día de hoy no sé de dónde se sacaron esto, y era más bien una excusa para increparnos por algo. Lo peor es que, quien lo dijo, había asistido en directo a una sesión de «llanto post-vacunación» de mi hija, cuando tenía dos meses.
- Me preguntaron si no saldría ardiendo por entrar en una Iglesia. Ésta ha sido tremendamente común, y hecha de manera jocosa por lo general. Lo gracioso es que he ido a un montón de celebraciones cristianas (bautizos, comuniones, bodas, funerales…) y he asistido a muchas misas de manera respetuosa, es decir, sin participar pero sin molestar. Es lo que yo le pediría a una persona de otra religión que viniera a uno de mis ritos, así que me comporto como a mí me gustaría que se comportaran conmigo.
- Casi me obligan a bautizar a mi hija, especialmente por ser paganos en casa. De los creadores de «eres gilipollas si no te casas por la Iglesia», llega «bautiza a tu hija, pero sólo por los regalos». Sí señor, hay cristianos a los que les mueve la verdadera fe y evangelizan con el ejemplo (nótese el sarcasmo). Un par de años antes había nacido otra niña en la familia, y a nadie se le ocurrió obligar a sus padres a bautizar a la niña, ni dijeron nada sobre ello. Pero… mi pareja y yo somos paganos, y fastidiar es el deporte nacional. Al final, lógicamente, no lo hicimos porque la decisión como padres es nuestra, y estamos firmes en la convicción de criar a nuestros hijos de manera laica.
- Decirnos que las monjas de ahora son muy «liberales» y querer «hacernos el favor» de interceder para que nuestra hija estudie en un colegio de monjas. Teniendo en cuenta que yo soy antigua alumna de uno de los colegios de monjas más famosos de Sevilla, si alguien tuviera que interceder para que mi hija se criara en un colegio de monjas sería yo misma, y sería en mi colegio que para eso tengo la experiencia. No obstante, la niña irá al colegio público, que es gratis y también hay muy buen profesorado. Y es laico.
Hasta aquí las «10 cosas que me han sucedido por ser pagana». Supongo que muchos de vosotros tendréis las vuestras, así que, sentíos libres de compartir si así lo deseáis.
Y recuerda: si bebes, no montes en escoba.