El otro día estaba en una meditación conjunta, junto con algunos de los miembros de una Orden a la cual pertenezco desde hace varios años. Dentro de la sesión, se propuso hacer una meditación para ir más allá de los animales-guía clásicos, interpretar qué animales habían hecho su entrada en nuestras vidas y averiguar por qué. Hay animales-guía que no siempre en nuestra vida, sino que algunos van cambiando dependiendo del momento y su medicina se hace presente según el momento vital por el que se esté pasando.
Estuvimos un rato largo meditando y luego comentando qué animales salían, algunos riéndonos y hablando de cagadas de paloma, como las que hacen cola todas las mañanas en la calle frente a mi casa, a ver cuál es la que apunta mejor para soltar su munición encima de los viandantes. Cuál fue mi sorpresa al ver y al compartir que uno de los animales que me había salido era… la cucaracha.
Odio las cucarachas, las odio con toda mi alma. No puedo ver una, me pongo hasta a temblar. En mi ciudad natal las hay de esas marrones con alas, que vuelan súper alto y que en verano se hacen plaga. Les tengo asco desde que era pequeña.
Sabiendo de la aversión de mucha gente por estos insectos, la persona que dirigía la meditación me animó a compartir lo que sabía de las cucarachas. Lo primero que sé de ellas es que les tengo pánico. Lo segundo, que son animales nocturnos y que rara vez salen a la luz. Pero poco a poco, empezaron a surgir en mi mente cualidades únicas, que nunca había visto en otros espíritus-animales con los que había trabajado: el hecho de que sean muy antiguas y muy resistentes, por ejemplo. El hecho de que sean tremendamente adaptables, versátiles y muy escurridizas. Incluso en mi casa recuerdo haber visto algunas que se hacían las muertas cuando se encontraban en peligro.
Así que, tras un par de segundos pensando en todo esto, contesté a mi interlocutora: «La cucaracha es la Maestra de la Supervivencia». Comprendí que este animal viene a mi vida en un periodo en el que necesito una gran capacidad de adaptación. Así que su medicina es muy conveniente para el momento en el que me encuentro.
Luego, pensando detenidamente, recuerdo la cantidad de páginas y palabras que se escriben con respecto a los animales-guía, y me doy cuenta de que esto no hace falta. Lo único que hace falta para averiguar cuál es la medicina de un animal es fijarse en él: en sus costumbres, en su comportamiento y en su aspecto físico. La gente suele tener espíritus-animales muy bonitos, como el lobo o la lechuza, que son muy típicos, pero pocos se atreven a decir que se han encontrado en algún momento con una cucaracha o una polilla. De hecho, uno de mis animales totémicos es la polilla, y me consta que hay gente que las odia. Y lo que vengo a decir hoy es que no siempre la fealdad o la asquerosidad es sinónimo de algo malo. A veces hay que saber mirar más allá para poder encontrar las lecciones de los espíritus. Abrir los ojos al mensaje, tomarse el tiempo para conocer, aceptar y reconocer la sabiduría, hasta en maestros que habitan baños y cocinas y que se esconden en el manto de la oscuridad para poder sobrevivir.
Entrada dedicada a Asquerosita, la cucaracha que murió entre vapores tóxicos en aquel piso de 30 m2 en el que vivía en el 2007.