Casi siempre que hablamos de limpieza de las herramientas y del espacio ritual, hablamos de limpieza energética y raramente de limpieza física, y esta última es casi tan importante como la primera. La limpieza externa debería reflejar ese cariño que tenemos por nuestro altar y por nuestro lugar de trabajo ritual, así como el estado consagrado de las cosas. Hoy quisiera hacer un repaso por las técnicas de mantenimiento de la limpieza del espacio ritual más habituales en mi caso, especialmente para fans de la pulcritud. Me voy a centrar en los diferentes elementos que podemos encontrar dentro de nuestro lugar especial, de acuerdo con su clasificación y/o el material del que esté hecho cada herramienta.
Superficies y mesas de altar
Las mesas suelen ser de madera natural, y así fue mi mesa de altar durante mucho tiempo. En aquel entonces solía limpiar el mueble con un paño húmedo (que no mojado), simplemente con agua y nada más. Hay personas a las que les encanta usar productos de limpieza específicos para el polvo, de modo que la superficie de madera aguante mucho más tiempo sin retener polvo. Personalmente, a mí me gusta esta idea y ahora lo hago en la mayor parte de los muebles de madera natural que tengo en casa, porque noto que me dura mucho más la limpieza y que preserva el barniz o encerado. Encuentro que las bayetas de microfibra y las toallitas atrapapolvo son especialmente prácticas, y huyo de los plumeros porque ponen el polvo en suspensión y encuentro que la limpieza me dura sólo dos o tres días con ellos. Os recomiendo encarecidamente en cualquier caso la bayeta de microfibra húmeda como trapo de limpieza, porque es barata, reutilizable, fácilmente limpiable debajo del grifo o en la lavadora, y no deja fibras en los muebles.
Si la mesa es de madera natural y ha caído cera de las velas en la superficie y no sale ni a la de tres, podéis poner encima de la gota o el chorreón de cera un poco de hielo, para que se endurezca, y luego la hacéis «saltar» con una tarjeta como las de crédito, haciendo como de palanca por el borde de la mancha con la tarjeta. Cuando ha saltado la gota, se desecha y se aplica cera para madera encima de la mancha para restaurar el brillo, cosa que también haríamos en caso de rayones en la madera u otros desperfectos. Existen en el mercado multitud de productos que se usan a tal efecto, tan sólo hay que comprobar de qué tipo de madera se trata.
En cuanto a los suelos, dependerá de las especificaciones del nuestro, pero casi ningún suelo se lleva mal con el agua con unas gotitas de vinagre.
Metales
Toda mi vida vi a mi abuela tratar los metales como el bronce y latón con limón, y funciona. El método es tan sencillo como limpiar bien el cacharro de metal que sea con un trapo húmedo, y luego pasar por él una rodaja de limón para que recupere el brillo, frotando bien con la rodaja para que quede bien impregnado. Luego se eliminan los restos de limón con un trapo seco, frotando con ganas. Lleva un poco de tiempo quitar las hebras de limón, pero el resultado es muy brillante y huele muy bien.
La plata se limpia fácilmente con bicarbonato y agua. Si tenéis joyería mágica de plata, por ejemplo tiaras o pendientes, de éstas que tienen muchos detalles, es tan fácil como hacer un poco de pasta de bicarbonato con agua (que quede como pasta, no líquido), ponerlo encima de la joya y frotar con un cepillito hasta que recupere su brillo. Vale un cepillo de dientes viejo. Luego se retira simplemente con un trapito húmedo. Este método reaviva la plata, y por ejemplo en caso de plata ennegrecida es muy útil. También es útil para cálices y otros elementos de plata que podamos tener, aunque si vamos a beber en ellos recordad que es importante quitar bien los restos de bicarbonato. Si por alguna razón el bicarbonato queda adherido a la plata, se puede retirar con un trapo humedecido en agua y vinagre. Veréis que hace espumita cuando le echáis vinagre, es totalmente normal y no es peligroso.
El oro suele ser el que menos problemas da, porque no pierde el brillo. Si se necesita sacarle un poco más de lustre, bastará con un trapito húmedo para que no se dañe.
Cristales y gemas
Si tenemos un cáliz de cristal, o un espejo, o una superficie de vidrio, lo más útil es el vinagre blanco. Sí, ése que ponemos en la ensalada. Tranquilos, que el olor a vinagre se va prontísimo y no deja restos, pues se usa diluido en agua. La proporción sería una parte de vinagre por cada cuatro de agua. La solución se puede utilizar dentro de un pulverizador en el caso de espejos y vidrios, pulverizando sobre la superficie y luego pasando un trapo seco con el que secamos y sacamos brillo. Para cálices de cristal en los que bebemos, se lava normalmente el cáliz como limpiaríamos cualquier otro vaso, y posteriormente se realiza un enjuague en este agua de vinagre, para luego secar con cuidado y sacar brillo con un trapo seco.
La mayor parte de las gemas pueden ser limpiadas bajo el grifo, con algunas excepciones importantes. Hay piedras que si las expones al agua directamente se deshacen por la composición que tienen. Consulta siempre a un experto en gemas para que te asesore sobre qué gemas puedes poner bajo el curso del agua. Si no estás seguro, pásales un trapo con cuidado para quitarles el polvo.
Textiles
Los textiles suelen ser lo más engorroso de todo. Acaparan mucho polvo y además suelen ser de muchos colores. Primero de todo, mira la etiqueta del textil si es comprado, y si acepta lavadora, lávalo en ella, en un programa corto (ropa delicada) y con agua fría. Las cortinas suelen poderse lavar con facilidad en la lavadora, de hecho. Los textiles con bordados lávalos a mano, también con agua fría, con un jabón especial para ropa delicada y sin frotar demasiado. Aclara muy bien y deja que se sequen naturalmente. Presta especial atención a las telas pintadas artesanales y, en caso de dudas, consulta con el artesano que realizó la pieza para saber si la pintura para tela se iría en caso de mojarse. Si es el caso, no lo laves, quítale suavemente el polvo con un trapo humedecido (¡no mojado!).
Si tienes manchas de cera de velas en un mantel de altar (suele pasar) o en una túnica, el método para eliminarlas es el siguiente: hazte con un poco de papel absorbente y una plancha, como la que usas para planchar la ropa. Pon el papel sobre la mancha por los dos lados de la tela, y pasa la plancha, ya caliente, con cuidado. La cera se calentará y derretirá con el paso de la plancha, y será absorbida por el papel. Repite hasta que no queden restos de cera. Ten paciencia, normalmente se necesitan varias pasadas, pero no quemes la tela, deja que se enfríe un poco entre pasada y pasada. Procura que el trozo de papel absorbente sea lo suficientemente grande como para cubrir toda la mancha, de lo contrario la cera quedará adherida a la plancha o a la tabla que uses, y renuévalo en cada pasada para no volver a transferir restos de la cera a la prenda.
¿Y si consagro a la vez que hago limpieza?
Es totalmente posible hacer una limpieza física y una limpieza psíquica a la vez y ahorrar tiempo. Si os fijáis, casi todo lo que hemos usado lleva agua o elementos naturales, así que, ¿por qué no vamos a consagrar la solución de agua y vinagre, o el limón con el que vamos a darle brillo a un incensario de latón? El método es muy sencillo: visualizamos primero cómo las «motitas» de suciedad salen del objeto limpiador, volviendo a la madre tierra (de arriba hacia abajo), y luego manifestamos que el objeto limpiador queda consagrado, para que limpie, purifique y consagre todo lo que toque, imaginando que una luz renovada viene de la tierra hacia arriba y llena completamente el objeto. Esto lo hago incluso con el cubo de agua con el que lavo el suelo de mi casa y me ahorra muchísimo tiempo. Repetimos la operación después de que hayamos terminado de fregar, si queremos, con nuestros trapos de limpieza, estropajos, etc, mientras los aclaramos bajo el grifo.
Nota final
He tocado aquí formas naturales de limpiar, pero personalmente no le hago ascos al limpiacristales, a la aspiradora o a todo lo que me haga la vida más fácil. Pero en caso de usar productos químicos, siempre mirad bien las instrucciones del fabricante y las precauciones de uso. Y aunque pueda parecer que una aspiradora puede tener poco glamour, en realidad poca cosa hay más útil para quitar miguitas de galletas o de pan del altar y del suelo. Usad la imaginación y la cabeza, y si hace falta consagrar la aspiradora, el cubo, la bayeta o la plancha, se hace y no pasa nada. ¡Que no se diga que no usamos la imaginación!
Me ha gustado bastante,buen trabajo y un saludo desde Valencia, seguid asi.