He leído un artículo en un blog de, aparentemente, reciente creación (para los que habláis inglés, el artículo está aquí) en el que el autor comenta cuáles son sus 13 principios de la práctica de la brujería. Con algunas cosas estoy de acuerdo, con otras no, y con respecto a un tercer grupo no tengo opinión porque el autor tiene un contexto cultural e iniciático diferente al mío. No obstante, ha habido un párrafo que me ha llamado la atención especialmente. Traducido al español, dice así:
Que sea un/a brujo/a o incluso un líder de coven no implica necesariamente que yo tenga que ser un pilar al servicio a la comunidad o al de alguien. Estoy al servicio de los dioses y los espíritus, y de las personas que éstos me otorgan para ayudarme, pero no al de todas las personas que me paren en la calle o me manden un email. Un coven, o al menos un coven tradicional, se reúne en secreto, todos sus miembros son iniciados que han hecho un juramento, y trabaja para la protección y el avance espiritual de sus miembros, que son una familia. – http://houseofthemidnightsun.blogspot.com.es/2015/03/my-13-principles-of-wiccan-belief.html, punto 6.
El autor está escribiendo desde su punto de vista (y de hecho el artículo se titula «Mis 13 principios del credo wiccano», es decir, que son suyos, está dando su opinión), y sin embargo ha resonado en mi interior esa afirmación, esa opinión, con respecto a lo que supone estar al servicio de la comunidad. Los correllianos, por ejemplo, somos muy dados a decir que somos referentes de esa comunidad. Pero pocas veces aclaramos de qué comunidad se supone que se es un referente o, en palabras del autor de la frase de arriba, un «pilar» al servicio de la comunidad. En mi experiencia, sólo se es un referente dentro de tu casa espiritual, es decir, tu coven, tu Templo, tu tradición, tu familia espiritual. Fuera de eso eres un ciudadano como otro cualquiera.
Un amigo mío ha venido a hacer unas cosas a mi ciudad en estos días y se está quedando en mi casa. Es iniciado de otra tradición y le pregunté ayer mientras descansábamos en casa por qué parece que hay una fascinación tan obsesiva con su familia espiritual por parte de algunas personas. Él es muy tajante y muy claro a ese respecto: nunca le han regalado nada, ni le han dejado pasar por delante en un ascensor por ser iniciado de x tradición, con lo cual no entiende cuál es el origen de esa fascinación. Luego me lo aplico a mí misma y digo algo parecido, porque nunca me han dejado pasar por delante en la cola de la frutería por practicar lo que practico. Hay contextos y contextos, y desde luego ser pagano es una cosa y estar en una cola es otra. Para la gente que va por la calle somos otras personas que van andando por la calle, y sólo eso.
De hecho, y esto es algo de lo que habla el autor del artículo al que hago referencia, en realidad no existe motivo alguno para que ser brujo/a suponga ser un referente para toda la población. Tradicionalmente, la brujería ha sido el arte de los apartados socialmente. La gente iba a ver a las brujas y a las curanderas en secreto. Se-cre-to. ¡Estaba mal visto ir a verlas! El referente de la comunidad era el médico, el alcalde del pueblo o el ricachón de turno. La bruja ha sido tradicionalmente evitada en la mayoría de los casos.
En la era de las redes sociales, de la inmediatez, de la publicidad, las brujas de hoy nos encontramos a veces con que necesitamos llevar nuestro papel dentro de nuestra familia espiritual, pero en ocasiones también la demanda es otra. Me apuesto lo que sea a que no soy la única que recibe emails de desconocidos, o peticiones de facebook de extraños, con consultas variopintas de las que, honestamente, no tenemos ni idea porque no estamos en el contexto de la persona que escribe. Muchos hemos caído en la necesidad de ayudar a personas a las que no conocíamos de nada mediante un hechizo, un consejo, etc. Las razones por las que se hace esto son variadas: necesidad de quedar bien, buenas intenciones, incluso miedo a que te critiquen por no hacerlo. Yo antes era así y me entregaba en cada email que me mandaban con sueños, relatos mágicos y demás, daba mi opinión, daba consejos, etc. Fue curioso darme cuenta de que muchas personas desdeñaban mi opinión, así que probé que, efectivamente, era un referente dentro de mi comunidad pero no fuera de ella. Eso me dio una gran sensación de alivio, puesto que resulta frustrante invertir tu tiempo para que luego lo tiren sin más. Gracias a eso me di cuenta de que a) me puedo estar equivocando al dar mis impresiones porque se trata de un contacto escrito, desprovisto de contexto, b) realmente esa persona no me toca nada, así que que técnicamente es como si me pararan por la calle para preguntarme de qué color encienden una vela y c) hay gente que quiere que les digas lo que quieren oír, y nada más. Así que hace tiempo que me aplico una frase de un cantautor uruguayo llamado Jorge Drexler: «No tengo muchas verdades, prefiero no dar consejos. Cada cual por su camino, que igual va a aprender de viejo» (la canción se llama Frontera, la podéis escuchar aquí). Hace ya bastante tiempo que no doy consejos a gente a la que no conozco, e incluso tengo mis reticencias a hacerlo cuando les conozco.
Las sacerdotisas y los sacerdotes somos quizá referentes dentro de nuestros covens o tradiciones, igual que los terapeutas holísticos son referentes dentro de sus consultas y los profesores dentro de sus aulas. Todas las labores del ser humano tienen un contexto, y en el caso de quienes elegimos con quién compartimos el camino espiritual, creo que también debemos y podemos elegir para quién somos referentes. Esta afirmación, en cualquier caso, creo que no debe estar reñida con la necesidad de algunas personas de trabajar en el ámbito del diálogo interreligioso, igual que habrá muchas personas ahí fuera que quieran invertir su tiempo en dar consejos «porque sí». No obstante, me parece beneficioso aclarar que la labor de la bruja o el brujo es contextual y que dar consejos al primero que se nos cruce no es nuestra actividad principal para con la comunidad, sino conectar con los dioses y los espíritus, y ayudar a quienes deciden compartir con nosotros su camino espiritual como parte de la misma familia o coven.
Gracias por el artículo. Precisamente ayer estaba pensando en esto, tras escuchar el comentario de un compañero en un grupo de facebook que piensa que debemos ser adalides de la verdad y el conocimiento ayudando a cada «novato» que nos encontremos. Pongo el enlace en el grupo, si no te incomoda.
Como tal no me importa, pero sobre todo quiero decir que ésta es mi opinión y mi reflexión. No me gustaría que mi opinión fuera una excusa para decirle a alguien que está equivocado, sino que, si realmente en el grupo que dices hay una diatriba a colación de esto, me parece más justo para esa persona que la supuesta falacia argumentativa se debatiera en sus términos. Pero como siempre, ésa es mi opinión. 😉
Gracias y sin problema, comento previamente al enlace que es una opinion que comparto. Lo justo habria sido que lo expresara con mis propias palabras, pero no quedaria ni la mitad de bien. Un saludo.
Totalmente de acuerdo!