Me encanta la labor de las monjitas que se dedican a cuidar enfermos. Son monjas de clausura normalmente, y son mujeres dedicadas a esas labores menos gratas, a los cuidados paliativos, a los desfavorecidos. No son las únicas, pero son la cara visible de la gente que trabaja por la caridad de verdad, dentro del marco de una religión mayoritaria en mi país. Ahora bien, que hay muchas formas de trabajar con los menos favorecidos, pues claro, y no hace falta ser monjita para ello.
Sin embargo, encuentro muy gracioso que el concepto de mujer cuidadora implique todavía, en algunas mentes, la perpetuación del modelo de castidad impuesto por determinadas sociedades. Cuando yo era pequeña, por ejemplo, todavía oía decir que las hijas pequeñas eran para la vejez de sus padres y sus madres, por lo que se esperaba de ellas que permanecieran «solteras y enteras», que solía decirse. Y yo digo, qué puñetera obsesión tienen algunos con la virginidad. Ni que perderla o el hecho de tener un pene entre las piernas nos haga menos válidos para cambiar unos pañales a una persona mayor. Fui cuidadora de mi abuela enferma de Alzheimer durante varios años, a la vez que estudiaba y luego a la vez que trabajaba. Y perdí la virginidad a los 15. ¿Eso me convierte en peor cuidadora? Si mi hermano pequeño hubiera tenido edad para compartir los cuidados, ¿eso le habría convertido en peor cuidador?
Que esto me lo diga un católico, vale, lo entiendo porque para ellos la virginidad de la mujer es todavía importante. Pero, que me lo diga un pagano aludiendo al papel de las vírgenes vestales denota dos cosas: a) que no tenemos ni idea de qué hacían las vírgenes vestales (el mayor ejemplo popular de mujer virgen dedicada a su Dios – en este caso Diosa – de la Antigüedad pagana) y b) que en pleno S. XXI para muchos aún es divertido bromear sobre a qué deben dedicarse las personas que optan por no perder su virginidad, inventando papeles «paganos» que perpetúen lo cómodo de dichos roles tradicionales, aunque ya estén obsoletos. Como mujer, creo que nos ha costado mucho tener el derecho para decidir con quién, cómo, cuándo y dónde perdemos nuestra virginidad, así como aceptar que perderla no implica que debamos ser lapidadas, ni cultural, ni familiar, ni literalmente. Cosa que hacían los romanos, por cierto, con las vestales que sí la perdían.
Me resulta muy irónico todo esto.
Quiero añadir que el lenguaje nos juega malas pasadas, y que ya varios expertos han teorizado la posibilidad que cuadno leemos en textos sobre tiempo antiguos el término «virgen» o «doncella» realmente lo que realmente significa es «soltera», no tenido porqué significar también que esté «entera».
En el caso de las vestales, sí eran «enteras», al menos en la roma clásica e imperial. Sobre sus orígenes y verdaderos significados hay muchísimos estudios desde Eliade a Cantarella que van mucho más allá, pero lo cierto es que la captio de las vestales era a los 6 años y el voto a la Diosa incluía el de virginidad y castidad. La sociedad romana era machista y misógina, no nos olvidemos. Tal vez deberíamos relativizar lo que observamos y conservamos de las antiguas sociedades paganas.
Reconozcamos que el control de la virginidad femenina implica el control sobre la mujer en tanto a) propiedad del varón y b) generadora de recursos, en este caso especialmente, los hijos. Mucha de la moralidad sexual viene exclusivamente del intento del control de esto por parte de la sociedad.
Totalmente de acuerdo, por eso me «duele» que se sublime a las vestales como ejemplos de lo que debería ser una sociedad pagana hoy día, como «una mujer que debe dedicarse al cuidado de los demás y que haría eso en una supuesta sociedad pagana ideal de la muerte» (y con arcoiris), teniendo en cuenta que aspiramos a tener una cultura igualitaria y que hemos luchado mucho, y seguimos luchando, por esa igualdad. Y que encima me lo diga un pagano… lo siento, pero me toca mucho las bowlings. Creo que tenemos una idea demasiado romántica de ciertas culturas antiguas. Cuidar de los demás lo puede hacer cualquiera que tenga ese ánimo y esa vocación, no tiene por qué ser una mujer virgen y mucho menos dedicarse a ser sacerdotisa de Vesta. Es como cuando me dicen que las sacerdotisas de Brigit eran vírgenes, oiga no, en la cultura celta la virginidad no estaba vista como en las culturas falocéntricas.