Hablaba con una amiga por teléfono el otro día sobre lo mucho que los últimos sucesos de su vida la estaban llevando hacia dentro. Después de ponernos al día, colgamos y estuve pensando si acaso yo no estaba también en ese descenso hacia mi propio Yo más profundo. Supongo que las hormonas del embarazo nos hacen estas cosas a algunas mujeres. Lo cierto es que últimamente no me apetece hablar, no me apetece prodigarme demasiado por facebook ni tampoco leo demasiado a gente pagana, sólo a los más cercanos. No es que no me gustéis, me seguís encantando, pero estoy en ese momento íntimo en el que necesito hablar conmigo misma y también con mi bebé. Centrarme en mi familia y estar en esa sabiduría interior que existe en mi mejor maestro, que es mi corazón.
Una persona que no me conoce de nada me criticó abiertamente no hace mucho por esta necesidad de meterme en mi propio caparazón a causa de mi embarazo. Fue triste. La gente no entiende que el Paganismo se practica en casa, con tu altar, tu familia y tu devoción, no en Facebook. El Paganismo en mi Tradición tiene una faceta pública muy fuerte, pero si una persona necesita estar consigo misma un tiempo, nadie se lo debe reprochar porque no siempre se está en las mismas condiciones a nivel personal o emocional. El embarazo y el puerperio son situaciones de especial vulnerabilidad debido a los cambios que representan. Y a pesar de esas condiciones especiales se sigue siendo pagano, porque ésa es la fe de uno. Que decidas volverte un poco más privado en su práctica creo que sólo es una etapa.
Creo que ningún poder místico del Universo va a venir a cambiarle los pañales a mi niña, muy poca gente de Facebook está realmente cerca como para poder formar parte de una posible red de apoyo físico inmediato, y aunque sé que algunos estarán ahí con el alma y apoyarán desde la distancia, es en este mundo físico donde necesito encontrar los apoyos más inmediatos por lo que pudiera pasar. Por eso me estoy centrando en la familia, los amigos y la comida. Al fin y al cabo, es otra forma más de construir nuestro nido, y se construye a base de reforzar esos lazos con las personas cercanas. Y esto no tiene nada que ver con el Paganismo, tiene que ver con ser madre, tiene que ver con qué personas elijo y eligen ser parte de mi tribu, tiene que ver con ese proverbio africano que dice «Se necesita toda una tribu para criar un niño». Que obviamente no son sólo físicos, también son emocionales, también son mentales, también son álmicos, pero tienen su origen en el nacimiento de nuestra hija y en los meses previos de preparación como sucede con el embarazo.
Todo esto me hace pensar en el mito del descenso de Inanna y hasta qué punto esa sabiduría que busca la Diosa es una sabiduría maternal, del embarazo y el parto. Y no necesariamente porque tenga que parir a un hijo, sino porque Inanna también necesita parirse a sí misma. Ahora que necesito ir hacia dentro o hacia la profundidad de mi ser, a realizar ese acto que me dará la entrada a la maternidad, creo que voy a encontrarme con una Harwe más primitiva y más animal que nunca. Sin que esto signifique que deje de lado mi Yo espiritual (ambas cosas van íntimamente ligadas). Cada vez que pienso en todas esas relaciones emocionales que establezco con gente cercana, en la gente que me regala ropita y juguetes para la niña, en las personas que se ofrecen a apoyar desde la distancia, en la necesidad de lavar mantas y preparar la habitación, pienso que estoy actuando como Inanna cuando llama a su fiel Ninshubur y le pide que no la olvide y la ayude en caso de necesidad, cuando se coloca todos sus me porque sabe que el camino hacia abajo va a ser duro y la va a cambiar para siempre. El hecho de que se despoje de todos los títulos y que llegue desnuda hasta la Reina del Inframundo me hace pensar en hasta qué punto no sólo tu bebé es el que nace desnudo, sino que tú misma, como mujer, naces desnuda a una maternidad para la que de alguna manera te sientes poco preparada. Que, a su llegada al Inframundo, Inanna se encuentre con Ereshkigal, hermana y contrapartida a la vez, la otra cara de su misma moneda, con dolores de parto, creo que es de todo menos casual. Que Ninshubur le eche una mano me hace pensar en todas las matronas y matrones, en las parejas que acompañan y apoyan durante el parto, en las asesoras de lactancia, en las personas comprometidas con esa nueva mujer que tiene que entrar en el trance del parto para resurgir como madre.
Sé que estoy yendo hacia dentro, hacia abajo. Sé que llegará el momento de colocarme mis me y bajar al Inframundo del parto, de la hormona, de lo primigenio. Y sin embargo, no tengo miedo. Como Inanna, anhelo esa sabiduría. Como Inanna, quiero dar paso a una nueva persona. Aunque para eso necesite ir hacia dentro, hacia la oscuridad. A veces, no sólo en la maternidad, esto es necesario para hacernos crecer como personas. Y a veces la comunidad necesita recordar que el Paganismo se practica en casa, aunque algunos tengamos una presencia pública activa.