Ya he contado varias veces que me crié en un hogar católico y que fui a un colegio de monjas, como muchas otras personas. Pero nunca encontré a Dios en el evangelio del domingo. Mi Dios interior habitaba dentro de mí. Y me di cuenta cuando, en aquel mismo colegio, me hablaron de que alguien había escrito todas aquellas historias que estaban en la Biblia. Todas esas historias habían sido escritas por personas, sí, supuestamente por inspiración divina, pero siempre habían sido personas al fin y al cabo. Las personas se equivocan, es sabido por todos. Así que mi pregunta fue «¿Por qué no iban a equivocarse todos aquellos escritores de la Biblia?». La lógica era simple: si la palabra es un instrumento humano, por muy divina que sea la inspiración siempre cabe la posibilidad de que al «traducir» esos conceptos al lenguaje humano se perdiera gran parte del mensaje. Así pues, la Biblia debía ser nuestra interpretación de la voluntad divina, pero no la voluntad divina de por sí, sino tamizada por el pensamiento humano.
Tenía 14 años cuando hice esa reflexión. Hoy tengo 32 y sigo estando de acuerdo. Sigo estándolo aunque hago oráculos cuando entro en trance y canalizo divinidades. Soy humana. No somos máquinas de pensar perfectas, ni siquiera canalizando divinidades, porque el cerebro que hace la traducción del lenguaje divino al humano es eso, un ser humano. Y me da miedo cuando veo que se asocia a personas conocidas en el ámbito del Paganismo esa «inspiración divina».
Pongamos como ejemplo a Gardner. No dejó de ser un señor normal y corriente, hasta donde sé nunca tuvo la intención de ser un gurú, y su interés estuvo en hacer público un culto que, de acuerdo con sus palabras, había estado existiendo desde hacía mucho tiempo. Leo su «Witchcraft Today» y no veo ninguna referencia a que la «Palabra de los Dioses» le esté invistiendo de poderes especiales. Otro caso famoso es mi adorada Doreen Valiente. De igual forma, se dedicó a popularizar la brujería y nunca leí en ninguno de sus libros que dijera que aquello era la Palabra de los Dioses. Scott Cunningham, Buckland, Margot Adler, Starhawk, incluso el Canciller de mi tradición, Donald Lewis-Highcorrell, eran (o son, porque Buckland, Starhawk y Don Lewis siguen vivos) personas normales escribiendo libros sobre un mismo tema apasionante, pero no escribían Biblias con «palabra de Dios».
Así pues, ¿para qué necesitamos gurús? ¿Por qué hay tanto rechazo hacia las personas que pensamos, reflexionamos y luego compartimos lo que pensamos? ¿Por qué hay necesidad de centrarse en lo que se dice en los libros y no caminar el camino con nuestros propios pies? ¿Desde cuándo nos hemos vuelto tan conformistas y queremos una Biblia que nos diga qué está bien o qué está mal? ¿Tan vulnerables nos sentimos para que necesitemos de un sistema moral estricto y un control férreo de nuestra conducta?
Todas éstas son preguntas que me rondaron la cabeza anoche, viendo un documental dedicado a la Cienciología donde, por cierto, sí buscan un control exhaustivo de la conducta. Para ellos eso está bien y, si les funciona, perfecto. Pero de nuevo, no es para mí. Para un Wiccano, creo que lo que prima es a) ser feliz y b) ser responsable de sus actos. ¿Que nuestra moral es laxa? Sí, pero por eso mismo resulta difícil. Ya dije en su día que ésta no es una religión para borregos, que es necesario tomar las riendas, que aquí no hay gurúes que valgan. ¿Que nadie nos dice qué está bien o mal? Claro, y por eso veo conductas que me chocan dentro de la comunidad, pero como persona y por mi propio bienestar mental tengo que mantener en mi pensamiento que no todos somos iguales, y que las estructuras de valores ajenas no son iguales a las mías. ¿Que todo sería mucho más fácil teniendo «La Verdad Absoluta» escrita en un libro, o una estructura de control férrea y absoluta? Indudablemente. Obedecer y asentir, ésa sería toda nuestra vida. A mí me parece triste porque no es el camino que he elegido en esta vida. Porque prefiero pensar por mí misma.
Y si es tan triste, ¿por qué convertir a Gardner, Buckland y compañía, sin ni siquiera pertenecer a sus tradiciones, en gurúes, si ellos nunca han pretendido serlo? ¿Por qué hacer de un autor una figura divina, si no es lo que quiere ser esa persona? ¿Por qué no pensar por nosotros mismos, imaginar, reflexionar? ¿Para qué obedecer y asentir, si es precisamente de lo que muchos vienen y han comprobado que no les funciona, incluyéndome a mí misma? ¿Por qué no filosofar? ¿Por qué ese rechazo a quienes decidimos salirnos de lo establecido y decimos que todas esas personas fueron eso, personas, que hicieron algo indudablemente maravilloso, pero que pensamos que debe seguirse investigando? ¿Por qué no reconocer que en esta religión cada uno está en contacto con lo Divino y no necesita intermediarios, ni siquiera aunque admiremos a alguien? ¿Desde cuándo hemos creado una Inquisición Pagana, que dicta que no debemos salirnos de lo escrito por gente que nunca jamás quisieron ser gurúes? ¿Desde cuándo la opinión de unos pocos tiene que frenar el pensamiento que se tiene dentro de la cabeza? ¿Desde cuándo se critica que un pagano piense por sí mismo? Pues desde hace unos meses, parece que a algunos en la comunidad les escuece que pensemos y compartamos lo que pensamos.
Existe un rasgo humano llamado aversión a la desigualdad, que es la base de la envidia en el comportamiento humano. Eso es lo que pasa. Hay envidia de que se piense. Hay envidia de que se reflexione. Hay envidia de que se comunique. Hay envidia, y en vez de pensar por uno mismo intentan criticar a los que nos tomamos 10 minutos de nuestro tiempo para ser nosotros mismos. Porque ellos no pueden ser ellos mismos, por una cuestión de vulnerabilidad, por una cuestión de duda, por una cuestión de inseguridad personal, y no quieren que nadie lo haga. ¿Sabéis que pasa? Que toda esa gente se va a seguir poniendo verde de envidia, porque el resto vamos a seguir usando nuestras cabezas para pensar en lo que nos dé la gana. Sin ser gurúes, siendo simplemente personas. Y no pensamos tomarnos los libros a pies juntillas, porque aquí nunca se ha dicho que en esta religión tengamos libros que nos digan que eso es «Palabra de Dios», y nadie ha tenido la intención de erigirse en «elegido» por los Dioses.