Hará como 10 años, quedé con un wiccano de otra tradición al que conocí por internet para tomar un café y charlar. Aquella conversación me impactó mucho porque yo por aquel entonces me movía en un entorno muy politizado y que estaba marcado por un descontento de la juventud, especialmente de los universitarios como yo, con el gobierno que por aquel entonces estaba en el poder en mi país. Aquella fue la época de la guerra de Irak, de los últimos años del ex-presidente Aznar y de la tragedia del 11-M. Yo por aquel entonces pensaba que «un buen wiccano» tenía que ser de izquierdas, porque era el ambiente en el que me movía. Mi interlocutor me abrió los ojos a wiccanos de otras ideologías políticas que vivían en otros países cuya realidad social era diferente. ¡Me habló hasta de wiccanos enrolados en la Marina norteamericana! ¡En el ejército, que en España se ha llegado a considerar hasta carca en según qué sectores! Para mí, lógicamente, todo aquello era nuevo, brillante y fascinante y, por qué no decirlo, hasta escandaloso. Era demasiado ingenua y estaba viendo el mundo, creo, a través de un agujerito.
Ha llovido mucho desde entonces y me he dado cuenta de que la Wicca no se mete en nuestras ideologías políticas. Por eso muchas personas wiccanas no solemos hablar de política y, de hecho, lo consideramos tabú. Yo la primera. Pero sé que hay gente en la comunidad wiccana que vota a diferentes partidos, de hecho hablo muchas veces con mis amigos dentro de la misma, y sé que uno vota al Partido Juanito, el otro vota al Partido Pablito y un tercero al partido Pepito. El voto es libre y es de cada uno, y ése es el juego democrático. Ése es mi punto de vista y es la razón por la que no me meto en las elecciones políticas del resto de las personas de mi entorno dentro de la Wicca.
Creo que existe miedo al qué dirán dentro de la comunidad cuando se trata del voto, y es por esto que resulta tan tabú. Hay sectores de la política en España que están vinculados al Cristianismo, por ejemplo, y creo que es lo que puede llevar a una persona wiccana a callarse que vota a ese partido que aglutina a gente del Opus con personas de ideología liberal, pese a que se vaya con ellos porque considere que le gusta su planteamiento económico. No soy politóloga, así que mi análisis puede ser bastante parcial, pero creo que esto ocurre en España porque tenemos partidos muy grandes con programas muy genéricos y, por tanto, políticos de ideología muy diferente en el mismo partido que tiran en direcciones distintas. Como un Cristiano radical y un Neoliberal ateo metidos en el mismo saco, aunque se parezcan en el blanco de los ojos. O un Anarquista Individualista con un Comunista de la vieja escuela en el mismo partido.
Creo que la situación política que tenemos en España ahora mismo es bastante rara, comparándola con la que tienen en otros países (exceptuando a EEUU). Nos comportamos como si fuéramos de un color o de otro, como si siguiera existiendo aquello de «Las dos Españas» que tanto se comentaba cuando yo era pequeña y se hacía un análisis del pasado. No vemos que las personas tienen matices, pero que hay tan pocas opciones que gente con ideologías que no casan ni con un partido ni con otro al final quieren participar del juego democrático igualmente. Hay gente que acaba votando no por afinidad política con la totalidad del programa, sino que lo hace porque, por un lado, no hay opciones con las que estén totalmente de acuerdo y, por el otro, porque existe esta terrible idea del turnismo pacífico que llevamos arrastrando desde el S. XIX (de la que surge el concepto de «voto de castigo»).
En otro aspecto del mismo tema, aunque lo relacionaría estrechamente con ese concepto un poco maniqueo que tenemos de la política, creo que también tenemos miedo de que las discusiones políticas o determinados planteamientos nos separen como comunidad. No digo que la democracia en mi país esté en pañales, sino que hemos cogido malas costumbres, y es por ese Bipartidismo que arrastramos históricamente. Esto empieza en el Parlamento: casi todos los debates que veo se basan en los ataques de un partido contra otro, y no en una crítica real y constructiva. Los ciudadanos no somos diferentes y los wiccanos no dejamos de ser ciudadanos. Es raro ver un debate sano (aunque hay honrosas excepciones) en las redes, y cuando lo hay casi se me caen los lagrimones de la alegría. Creo que debemos aprender a debatir como personas que somos y no como niños de 5 años, esgrimiendo como argumento un «y tú más». Claro que luego veo que enseñamos a nuestros hijos que el insulto es un derecho (y no algo socialmente reprobable) y entonces se me caen los lagrimones, pero de la pena.
Y esto creo que es aplicable a casi cualquier discusión de las que veo en cuanto a ideologías relacionadas con la Wicca. Lo único así que puedo más o menos aconsejaros (aunque como todos los consejos, sois libres de tomarlo o no) es que os intereséis en las ideologías políticas de otros wiccanos en otros países para hacer un ejercicio que cuesta, y es un ejercicio de salir de esta realidad en la que vivimos, porque no creo que sea la norma fuera de nuestras fronteras. Por ejemplo, y volviendo al principio del post, a mí me sorprendió muchísimo el hecho de que hubiera muchos wiccanos en el ejército de los EEUU, y luego arañando la superficie vi que había otros wiccanos que no es que fueran del Tea Party en ese mismo país, pero abogaban por un Neoliberalismo que aquí asociaríamos con la derecha, aunque votaban a los demócratas. En países europeos he visto a wiccanos que dicen votar al partido verde, o al partido liberal, o a un partido con un programa que no se interesa para nada por la religión. Hay muchas opciones y todas muy válidas, y no creo que ni la Wicca, ni yo, ni tú, ni nadie, nos tenga que decir a quién tenemos que votar porque eso es algo personal. Y si se quiere debatir, pues perfecto, pero hagámoslo con respeto, creo yo.
Como conclusión, últimamente he leído cosas como «ojalá Gardner nos hubiera dicho qué hacer en tal o cual caso». Creo que Gardner está bien donde está, ya el hombre dijo lo que tenía que decir y se marchó como todos nos marcharemos, porque no fue un enviado divino ni un profeta, sino una persona, y tenía todo el derecho a descansar. Y aparte, él eligió de qué quería hablar. Si no decidió hablar de política, ni del tema que trataré en el último tema de esta serie sobre tabúes, no es porque lo hiciera mal. Es porque realmente a nadie le importa ni a quién votes, ni con quién te acuestes, ni qué comes. Y que no lo hiciera supuso que defendió una Wicca libre de normas, flexible y con espacio para todos. Independientemente de ideologías políticas y de otras elecciones personales.
Me está encantando esta serie de articulos. Creo que resulta realmente muy interesante. Gracias por tu trabajo y tu esfuerzo, y por compartir tanto con los demás. Un abrazo!
Siempre se puede montar un partido de caracter religioso, tripo «Partido Reconstruccionista Ibérico» o algo así, que se porponga expropiar los Lugares sagrados de la geografía española y dedicarlos, de nuevo, a los cultos ancestrales.
Hace muchos años que rondo por ambientes iniciáticos de diferentes escuelas y en todas se prescinde de la religión la politica y sobre todo de la sinceridad, pues en el interior de la intención de cada uno no conocemos el auténtico motivo por la pertenencia a una escuela u otra.