Cuando estaba en la Universidad había una profesora de Antropología Simbólica que nos contaba que se había ido a estudiar a un grupo étnico. El hombre de la familia que la tenía como invitada le dijo nada más entrar a hacer la investigación aquello de «aquí mando yo, que soy el macho». Sin embargo, con el paso de los días se dio cuenta de que era la mujer de la familia, que nunca había dicho nada acerca de quién mandaba, la que realmente organizaba todo aquello. Fascinada por todo lo que no se decía, nos animó siempre a ver lo que no se mencionaba en los grupos sociales, los tabúes, porque decía que son aún más indicativos de la sociedad en cuestión que lo que sí se dice. Dado que el otro día estuve hablando de Margot Adler y de su fallecimiento, me di cuenta de que rara vez hacemos los wiccanos referencia a la muerte. Así que me he propuesto hablar sobre los tabúes de la Wicca, que hay unos pocos.
Y algunos no estaréis de acuerdo con lo que he dicho arriba. «¡Qué tontería!», diréis, «¡si precisamente la Wicca celebra la vida igual que la muerte y tenemos un festival de los muertos donde honramos a nuestros ancestros!».
Tener Samhain como referencia a la muerte es fantástico, pero permitidme que dé mi opinión: lo que hacemos en Samhain es recordar, pero no celebrar realmente la muerte. No despedimos a nadie. Les decimos a los que no están que les recordamos, pero estamos más centrados en el velo fino y en tantas otras cosas que decimos y en realidad no comprendemos. No hablamos de la muerte en sí porque sigue siendo tabú. Y si os vais a los blogs de nuestra comunidad más leídos, veréis lo que os digo: raramente hablan de funerales o de despedir a los seres queridos, sino que hablan de recetas de Samhain, de practicar la adivinación y del ya mentado velo fino. Y no lo critico, sólo digo que es indicativo de que la muerte sigue siendo tabú en nuestra sociedad y, por consiguiente, en la Wicca. En este caso, centrarnos en lo que no se menciona sirve para ver qué es lo que no queremos admitir.
Es difícil admitir la muerte de uno mismo, de hecho a algunas personas les crea mucha ansiedad. Por eso hablamos de nuestras vidas pasadas, porque es una forma de descargar esa ansiedad. Lo que no hacemos es planificar el momento de nuestra muerte actual, porque claro, es tabú. Siendo agoreros, lo que preveo es que muchos wiccanos saldremos, si seguimos así, en cajas de pino con señores crucificados encima, porque nunca nos hemos parado a pensar cómo queremos morir y cómo queremos tener un funeral. Así que las casas de seguros y la familia elegirán por nosotros, y en un país con mayoría católica como es España (así como en muchos otros países de Latinoamérica) muy probablemente muchos acaben teniendo un funeral católico. Y resulta triste. Porque los funerales no están tanto para el que fallece, que claro que sí, es un homenaje a la persona que se ha ido, sino que sobre todo están para los que se quedan. Os pongo un ejemplo: uno de los funerales más tristes a los que fui en mi vida fue uno en el que se dio una misa católica, y todos sabíamos a ciencia cierta que la persona que estaba en el ataúd no había sido católica ni de lejos. Me extrañó, de hecho, que el ataúd no saliera ardiendo de forma espontánea cuando el sacerdote le echó por encima el agua bendita. Pero me parecieron muy llamativas las caras de decepción de algunos familiares y amigos, que sabían que eso no era lo que el fallecido quería, y por tanto no resultaba un consuelo para ellos. Por supuesto, si la persona hubiese sido católica en vida habría sido una preciosa despedida, pero lamentablemente no era el caso.
Creo que estamos ya maduros en nuestros países para empezar a hablar de este tema. Algunos ya pasamos de los treinta y los cuarenta, y aunque la comunidad sigue siendo muy joven, nunca está de más plantearse qué vamos a hacer cuando nos llegue ese momento en el que fallezca alguien y haya que tomar una decisión. Así que creo que es mejor empezar a tomarla cada uno, con la responsabilidad que te caracteriza como persona y el cariño que tú mismo puedes darte, y saber cómo quieres que sea tu funeral, tu despedida, o tu banquete-homenaje mientras de fondo suena un tema de tu grupo favorito y tus parientes se ponen ciegos de comer, por poner varios ejemplos. Hay grupos en España que han empezado a moverse a ese respecto, que han plantado cara al tabú y han decidido que se compran un terrenito para habilitarlo como cementerio de su confesión. Iniciativas así son bienvenidas siempre.
Y luego está el otro punto: ¿qué hago si me llaman para oficiar un funeral wiccano? Creo que diseñar ceremonias de antemano para no tener que pensar mucho en ello en medio del shock es lo mejor que se puede hacer, porque creo que en el momento de la comunicación del fallecimiento uno se puede sentir un poco abrumado por la responsabilidad y la pérdida, sobre todo si es de un amigo. De nuevo, pocos rituales de funerales veo en las redes y en los libros de Wicca, porque claro, es la muerte y es un tabú en nuestra sociedad. Y es normal. Pero creo que también deberíamos empezar a pensarlo, a diseñarlo y a compartirlo, porque algún día puede que nos toque oficiarlo o que nos lo oficien. Porque, queridos míos, la muerte no distingue de religiones.
En la Hermandad tenemos un rito funerario que hemos compartido con personas ajenas, con nuestros miembros y con otros grupos celticodruidas. Puede ser una buena base, aunque posee las características especificas del celtismo irlandes. Ahí lo dejo.
¡Wow! ¡Qué tremendo! Muchísimas gracias Marta. Pues sería genial. Y otra cosa que me pregunto, ya que todavía no me ha llegado el caso es, ¿cómo se aguanta la emoción en este tipo de actos?
Bueno, yo solo lo he hecho en privado. De momento no me he encontrado en la tesitura, pero opino que es similar que en los casos de bienvenida a neonato o de boda. La carga emocional es fuerte y llena de melancolia, aunque debemos ayudar a la familia a entender que el transito no es un «hasta nunca» si no un «hasta luego»