Ha llegado a mi vida uno de los momentos más increíbles en la vida de cualquier mujer. Espero mi primer hijo para primavera. Es un polizón escondido en mi ombligo al que de vez en cuando veo en un monitor, en blanco y negro, pero del que cada día soy más consciente. Mi embarazo me empodera, me vuelve indómita y por eso me siento más hembra que nunca. Es como si todo el cóctel de hormonas que me recorre me impulsara a defender lo que es mío, a mi verdadera tribu, a condenar la injusticia en todas sus formas, porque ahora tengo un inocente al que proteger. A medida que esas fotos en blanco y negro dejan de representar puntitos para representar a una figura con forma humana, me doy cuenta de que dentro de relativamente poco estará en mis brazos y a todo color.
Observo con curiosidad a las familias paganas que conozco. Veo cómo se desenvuelven los niños, escucho las historias de parto, leo lo que quienes han ido por delante de mí han vivido. Y me doy cuenta de que hay una historia por cada familia y por cada niño, así que probablemente el nuestro tenga su propia historia que contar. Hay niños muy involucrados en el paganismo, hay niños que tienen querencia por algunos dioses, niños que pasan olímpicamente de todo (podría hacer un chiste con el Dodecateísmo a partir de esa expresión), y posiciones intermedias.
Mi bebé va a nacer en un entorno muy paganizado. Su padre y yo estamos iniciados como sacerdotes correllianos, llevamos juntos un Templo y damos clases de la Tradición Correlliana. Sin embargo, tanto mi marido como yo tenemos la firme intención de educar a nuestro hijo o hija de manera laica, sin hacerle partícipe de ritos ni cultos. No vamos a negarle saber qué es la religión, ni qué tipos de religiones hay, pero en mi casa el niño o la niña no van a entrar en mi círculo hasta que no sea mayor de edad, y esto lo tengo muy claro. La razón es que creo que ya cuesta que no nos flipemos con 20 años, si encima le metemos determinadas ideas a un niño de 10, lo llevamos bastante crudo si queremos que diferencie ritual de ficción, y por consiguiente ficción de realidad. Ya sabemos que la Magia no es un tema como para ser tomado a la ligera, y menos si se trata de un niño. Por supuesto que hay críos muy talentosos y bien comportados, y la mayor parte de los niños de padres paganos que conozco son así, pero no me quiero arriesgar a tener un pequeño tirano dentro de mi círculo. Si cometo un error como madre, que cometeré muchos, y acabo criando un pequeño insufrible, no quiero que el resto de mi círculo tenga que pagarlo.
Para mi bebé no quiero ser Harwe la Sacerdotisa, quiero ser simplemente Mamá. Hay aspectos en ese sentido de mi espiritualidad que sí creo que puedan ayudarme como madre, pero porque se trata de valores y no de creencias, y pueden estar en cualquier ideología, ya sea religiosa o laica. El amor por la naturaleza es uno, pero podría enumerar otros muchos: el concepto de honorabilidad propia y ajena, lo bien que sienta realizar las cosas con tesón y esfuerzo, la paciencia (que como sociedad inculcamos a nuestros hijos y olvidamos al cumplir los 18), la honestidad con uno mismo y con los demás, la necesidad de introspección y autocrítica… Cómo acabaré haciendo esto, no lo sé. Si fracasaré en mi empeño tampoco lo sé, pero seguramente, porque no soy perfecta. Estos son valores muy bonitos puestos sobre el papel y la realidad es bien distinta. Así que me conformo con acompañar a mi hijo o hija en su crecimiento como persona. Si luego consigo meter los valores me daré con un canto en los dientes. Puede que mi retoño no levante athames al aire y puede que no canalice con 8 años, pero tendrá Mamá y Papá, no sacerdotes creando pequeños clones, sino personas con sus propias inquietudes y opiniones. No quiero que mi pequeño o pequeña me vea como una señora que se viste con ropa ritual, sino que me vea por la mañana haciendo el desayuno y dándole un beso de buenas noches cuando se vaya a acostar. Quiero que juegue porque es lo que hacen los niños, no que tenga funciones dentro de un ritual. Me he quedado embarazada porque mi pareja y yo sentimos la llamada de la Biología, esa necesidad que nos ha impulsado a transmitir tanto nuestros genes como nuestros valores, no para ganar un adepto a la causa de una Tradición. Que sí, que cuando tenga 18, si es su elección, estaremos ahí para enseñarle, pero nuestra función es ser padres, no sumos sacerdotes.
En definitiva, mi elección es la de criar a mi hijo o hija sin que tenga nada que ver con el paganismo. Que habrá y hay muchos padres y muchas madres que meten a sus hijos en círculos o los incluyen en los rituales. No critico esta elección porque es personal. Yo sólo veo niños, ya sean sus padres paganos o no, que tienen ganas de jugar y ganas de aprender. Dependiendo de lo que les demos se irán desarrollando. Así que prefiero mil veces seguir con la ilusión de educar en valores, que con eso ya tendré bastante trabajo como madre como para añadirle las funciones sacerdotales.
Pues como siempre muy lógico todo lo que dices. Alex si está involucrado en nuestra religión hasta el punto que el quiere. Nuestro rituales, no tienen círculo y son meramente devocionales. El ha crecido en un templo y sabe que los Dioses estan ahí, no me siento en posición de decirle «Alex, crece laico» porque realmente el no quiere hacerlo asi. Eso si, otra cosa muy distinta es llamar deidades, canalizar, coger athames y todas esas cosas que hacen Mamá y Cake cuando Alex duerme. El viene cada mañana conmigo a nuestros altares, les pone ofrendas a los Dioses, recita los himnos con nosotros y de vez en cuando hace alguna libación. El resto y del resto ya irá sabiendo cuando crezca.
Creo que un ritual Wiccano no es para un niño pequeño. He visto niños de 8 y 9 años «llamar a los guardianes» que querías matarlos después de los subidones de energía que se traían. No soy quien para juzgar a nadie y no lo haré, pero yo siempre he querido tener a Alex lejos de la Magia hasta que el tuviera uso de razón y pudiera decidir por si mismo, y responsabilizarse por si mismo también. Disfruta del momento que estás viviendo y cuida al polizón de tu tripa 🙂
Pus tengo que decirlo, Danae querida: estaba pensando en Alex cuando escribí la línea de que hay niños talentosos y que se comportan bien. Tu niño es un portento, me quedé encandilada cuando lo conocí porque es un pequeño caballero.
Mi más sincera enhorabuena para los dos. Son muy buenas noticias.
Tus palabras, como siempre, me parecen muy sensatas. Son muchos los retos que se os plantean a partir de ahora y la educación y transmisión de valores es uno de los principales retos que nos podemos encontrar en nuestra vida. En ese sentido mis mejores deseos ante esta nueva puerta que se os abre en la vida.
Un saludo