En esto del Paganismo también hacemos tratos.
Hacemos tratos en cuanto que nos hacemos amigos de unos y no de otros, en cuanto que nos importan las opiniones de unos y las de otros nos dan igual. Tenemos preferencias, no todo el mundo es igual y es porque somos personas. No seamos tontos, nuestros amigos son nuestros amigos y no todo el mundo es «hermano» ante nuestros ojos. El que diga lo contrario, honestamente, creo que miente.
Hace mucho tiempo que dejé de considerar «hermano del Arte» a mucha gente, hace mucho que dejé de considerar iguales a personas a las que no conozco. Hace mucho que considero conocidos a algunos, a otros amigos y otros desconocidos, como en la vida real. Esto no deja de ser la vida real, por muy paganos que seamos, por muy buen o mal rollo que tengamos.
Hace mucho que me di cuenta de que, hiciera lo que hiciera, siempre habría gente a la que yo no le caería bien, gente que a la que sí y gente que criticaría todo lo que hiciera por simple y mero aburrimiento. Sinceramente, me da igual. Creo que estoy en ese punto en el que, si hago x y no hago y, mis amigos puede que estén de acuerdo o no, pero en todo caso lo respetarán, mientras que habrá algunas personas que me pondrán a caer de un burro porque no sigo los designios de algún gurú (que normalmente dice cosas muy obvias) o porque sencillamente necesitan algo que hacer.
Hoy me gustaría romper una lanza en favor de quienes sentimos que todo el mundo está en el derecho a sentirse como quiera por quien quiera, de quien puede sentir amor o desprecio, de quien sigue siendo humano pese a estar en un grupo o en un camino espiritual, de quien dice «no quiero trabajar con esa persona», pese a que a veces eso esté mal visto en nuestros círculos. Todos tenemos preferencias, seamos honestos, seamos sinceros, seamos humanos. El «amor universal» es una cosa muy bonita pero que no se puede llevar a cabo, somos seres de luz en cuerpos y cerebros humanos, por tanto somos seres humanos, como tal hemos venido y como tal vivimos para aprender. Así lo tratamos, lo pactamos, antes de nacer. Por tanto, seamos consecuentes con ello. El día que nos toque vivir como seres de amor universal será otra cosa.
Tengo un trato conmigo misma: vine aquí como ser humano para vivir la vida humana, con sus cosas buenas y malas. Así seguirá siendo hasta el día en que me muera. ¿Y tú?