¿Conocéis esa sensación de que queréis hacer algo pero que nunca lo hacéis porque consideráis que hay demasiadas cosas iguales? Pues llevo con ella dos o tres años. Hace como 6 años que empecé a guardar la llama de Brigit, incluso más. Me apunté a Ord Brighideach y a Daughters of the Flame y empecé a guardar la llama igual que se hacía en Kildare (Irlanda) hace muchos, muchos siglos, haciendo de guardiana de la llama para estas asociaciones que recreaban la tradición del Templo de Brigit original, en la que 19 sacerdotisas guardaban el fuego sagrado de Brigit para que nunca se apagara. Era genial eso de estar acompañado por gente, aunque fuera por internet, aunque fuera por carta, aunque tu «relevo» fuera alguien a quien no conocieras, porque daba la sensación de que siempre estaba la llama encendida, que era de lo que se trataba.
Fui comentando la devoción que hacía con algunas personas, también «fans» (esto es, devotos) de Brigit, y a todos les encantaba. Tanto, que querían participar. El problema es que la mayoría no hablaba inglés y por tanto no podían participar en condiciones de la experiencia de estar en un cill (grupo de guardia), que a mí me ha traído tantas cosas bonitas. Bueno, y tantas pruebas, porque Brigit es una Diosa bastante dura cuando trabajas con algunos de sus aspectos, y sus enseñanzas son muy exigentes. Mi parche (porque no era una solución) fue hacer una guardia de la llama un poco informal, para que la gente se pudiera unir a la propia guardia que yo estaba montando desde el Templo de Brigit.
Hace dos años o tres que le llevaba dando vueltas a la idea de montar algo en español para ella, el problema es que poco después de intentar ponerlo en marcha surgieron varias guardias de la llama con distintas Diosas, y no quería que la gente dijera «otra más, menudo rollo». Hay guardias de la llama en Luna Oscura para Hécate, guardias de la llama en viernes para Afrodita… así que recuerde a bote pronto. No había nada como lo de Brigit, nada que mantuviera la llama siempre encendida, nada que implicara un trabajo en equipo para que la llama no se apagara, para que siempre hubiera luz, y sin embargo, sabiendo que la tradición ancestral de la llama de Brigit todavía no se había llevado a mi idioma y que lo que quería hacer era diferente de lo que hasta el momento estaba en español, esperé por una cuestión de consideración. Y siendo brutalmente honesta, no quería que nadie se atreviera a decir que yo había copiado ideas ajenas. En realidad tenía mucho miedo de los comentarios, miedo de que hasta mis propios amigos consideraran que había copiado ideas, miedo de que alguien dijera eso de «¿y tú quién eres para montar esto?».
Dos o tres años más tarde pasan varias cosas. La primera de ellas es que veo un vídeo de una conocida coach de sanadoras en el que hablaba de las oportunidades y de los miedos. De pronto me viene a la cabeza el proyecto, que tan abandonado había estado por mi propio miedo, y me hace abrir los ojos un poquito. Pienso: ¡dos años intentando montarlo, si es que se te van las mejores! Pero claro, nadie escarmienta por cabeza ajena que decía mi abuela, y me tiene que pasar una segunda cosa: enferma mi gato en la flor de la vida, como ya conté en mi reflexión sobre el valor el otro día. Su ingreso en el veterinario muy malito coincidió con el día en el que comenzaba mi turno de guardia de la llama de Brigit. Y me volví al altar con todo mi corazón, orando a mi Diosa que lo salvara, que lo sanara y que si tenía que morir, que muriera en paz.
Así que Brigit, los humanos implicados y el gato obraron el milagro (qué de cosas he sacado a partir de la enfermedad de mi gato, por cierto), y en menos de una semana el bichito está casi recuperado del todo. Esta mañana me he sentado delante del altar a meditar y a agradecer y he pensado «¿cómo puedo agradecértelo?». Una voz interior que a veces creo que es la voz de la Diosa ha respondido «venciendo a tus miedos».
Lo tenía todo tan claro desde hace años que tres horas más tarde nacía Kildare, el primer grupo de guardia de la Llama Eterna de Brigit en español, montado a partir del Templo de Brigit que dirijo, pero abierto a personas de todas las creencias y de ambos sexos, porque los tiempos han cambiado. Y para rematar la faena, en el Templo seguiremos guardando la llama, especialmente guardando la Llama que Nunca se Apaga, la que guarda la mismísima Brigit el día 20 de cada ciclo. Eso es en agradecimiento por todo lo que me ha enseñado en los últimos años y especialmente por su ayuda en los últimos días.
Extraigo muchas cosas de esto, especialmente que el miedo es normal y que a veces no soy consciente de él. Pero ante todo extraigo que no quiero quedarme el resto de mi vida pensando en lo que pudo ser y no fue porque tenga miedo de los comentarios o porque no me considere digna de llevar a cabo determinado proyecto. Al fin y al cabo, yo tuve mi oportunidad de ser Guardiana de la Llama Eterna y durante todos estos años lo he trabajado duramente, ¿tiene el miedo al «qué dirán» derecho a limitar las posibilidades de otras personas a ser o hacer lo mismo que he podido hacer yo? Pues creo que no.
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