He escrito esta entrada a partir de mi propia experiencia con los elementos, y nótese que lo hago desde una perspectiva totalmente personal. No quisiera sentar cátedra con mis afirmaciones, porque responden a vivencias en el camino de una Wicca tendente al chamanismo y al trabajo elemental.
Caminamos la senda de los cuatro elementos más el espíritu en nuestra vida diaria. Somos aire, fuego, agua y tierra, animados por el espíritu divino, y sin embargo en general casi todo el mundo coincide en que caminar esa senda de los elementos es difícil. Me pregunto por qué puede ser tan difícil andar una senda de elementos, cuando elemental también significa básico, y siendo como somos seres materiales. Espirituales también, pero por un momento percatémonos de la existencia tangible que consideramos «material», esto es, de nuestra vida como humanos.
Metafísicamente se dice que los elementos tienen unos significados dados. El aire es la inspiración (inspirar es una de las fases de la respiración, de hecho), el fuego es la manifestación, el agua el sentimiento y la tierra suele ser la sabiduría y la integración de lo aprendido. Pero también tienen emociones e incluso momentos vitales. Afortunadamente no somos de un solo elemento, aunque cualquiera que estudiara una carta astral podría decir que una persona es pura agua o puro fuego. La realidad es distinta, tan distinta porque una persona por ejemplo muy fogosa astrológicamente sigue teniendo un 70% de agua en su cuerpo. Decir que un elemento abunda en una persona es como decir que todos abundan porque todos están en todo. Incluso en las ciudades y en los edificios, ¿o es que tu casa no está hecha de un material transformado a partir de materias primas asociadas a un elemento en la naturaleza?
Caminamos el sendero elemental guiándonos por libros, y no prestamos atención a las cosas más sencillas. ¿Por qué no escuchar al agua cuando nos expresamos en términos de sentimientos? Decir «te quiero» es algo muy acuático por definición. Decir «no» es poner un límite, es defenderse, podría considerarse tierra o, mejor aún, puro fuego. El aire está en medio de todo: las ideas que tenemos son aire, son intangibles hasta que decidimos que ha llegado el momento de hacerlas realidad.
Tras valorarlo un poco, puede que consideres apasionante este mundo elemental. En ese caso, no sé si compadecerte o felicitarte. Centrarse en un elemento cada vez tiene sus pros y sus contras, pero suele ser la técnica más utilizada y más eficiente. Las cosas que se sacan del camino elemental son siempre muy extremas porque así son los elementos en su estado puro, porque normalmente se va recorriendo un elemento cada vez, estudiándolo con y sin libros, notándolo en tu vida diaria. Viendo qué hay de cada elemento en ti mismo. Los resultados pueden ser sorprendentes y no dejan indiferente a nadie, y para ello no suele haber más guía que tus ganas de viajar entre elementos, de flotar en mitad de la nada o bucear en lo más profundo de tu ser. Ganas de desaparender lo que has aprendido durante muchos años de mentiras, de «no puedo» y de «no sé». Años de estar en desconexión con tu propio ser material, que al fin y al cabo y por la unión de los elementos no es más que tu ser espiritual.
También puede resultar que centrarte en ese elemento te lleve a descubrir otros elementos dentro de ti mismo. En mi trabajo más intenso como Sacerdotisa del Mar me he encontrado con mi propio fuego mientras buceaba en lo más profundo de mí misma, lo que en palabras de una buena amiga es «un volcán en erupción que está en lo más profundo del mar, y que no se apaga ni con la más helada de las aguas». Mensajes así le hacen a uno comprender qué es y cuáles son sus propósitos.
Al final, el camino de los elementos es un camino de decisiones. La unión de todos ellos conforma el espíritu, y todo eso es tan material y tan «elemental», tan básico, que lo hemos olvidado. Aprendemos que lo elemental no tiene validez, que la toma de decisiones es una cosa que queda postergada a circunstancias ajenas. El zen no es para el camino elemental. Es un camino básico, un camino que para los niños resultaría sencillo, pero que para los adultos se hace cuesta arriba porque durante muchos años nos hemos repetido frases muy bonitas que nunca han valido para nada, que nunca nos han enseñado que el libre albedrío y el propósito en esta vida ya estaba dentro de nosotros, ya los teníamos por ser partes de esos elementos. Venimos equipados «de fábrica», lo que está en nuestras manos es reivindicar el derecho de pasar a la acción para ser, mediante la interacción elemental, realmente conscientes de nuestras vidas. En el camino elemental la inacción es simplemente otra excusa más.
Que complicado resulta a veces escuchar tu elemento interno. Sentir, vibrar y pasar a la acción.