Leyendo en internet este artículo me ha venido especialmente a la vista la siguiente aseveración que en el mismo se recoge y que traduzco a continuación:
La Wicca ES brujería. Puede ser tan sólo una de las muchas ramas de un árbol, pero es tan tradición del Arte como cualquier otra independientemente de sus antecedentes históricos o de cómo Gardner eligiera organizarla. Si vamos a sobrevivir como paganos/gentiles en una sociedad predominantemente no pagana/no gentil, tenemos que parar de discutir entre nosotros e intentar trabajar para entendernos y respetar nuestras diferencias.
Si tomamos sólo la primera frase de este párrafo, podríamos encontrarnos de cara con un discurso reduccionista que identifica brujería y wicca como conceptos sinónimos, siendo esta tradición la única posibilidad de practicar «correctamente» la brujería, si bien está claro que no es la intención del autor.
Sin embargo, sí me he encontrado en mis años como wiccana con esta óptica en múltiples ocasiones. Frases como «Eso es así» o «Eso es la Verdad» (con mayúsculas) llenan los mensajes que nos llegan a los paganos diariamente. No estoy diciendo que todos los wiccanos sean seres obcecados que practiquen su religión con la certeza de que se trate de «El camino verdadero» sin cuestionárselo lo más mínimo, de hecho la mayor parte de los wiccanos que conozco realizan el sano ejercicio de la autocrítica. Hablo de que, a pesar de que nuestra actitud pueda ser muy sana en la vida real, lo cierto es que nuestro discurso, el que ofrecemos al mundo en grupos y foros, no siempre es tan sano y razonable. El concepto de Verdad absoluta está tan arraigado en la sociedad actual que incluso nosotros tenemos que crear una Verdad y mostrársela al mundo, normalmente causando en los demás dos reacciones distintas: Rechazo, porque muchos de los paganos «huyeron» de religiones que decían tener la Verdad, o Admiración, al erigirnos en gurú de las nuevas generaciones del paganismo.
No digo que el wiccano tenga que ser un relativista redomado, adalid del eclecticismo más rebuscado, ya que el relativismo sólo conduce a uno de los depredadores más voraces de cualquier actividad: la inacción. Y tampoco digo que tengamos que ser totalmente estrictos con nuestros panteones y nuestras prácticas, ya que ello puede provocar que no lleguemos a integrar a personas que pueden enriquecer nuestra comunidad, y no olvidemos que la endogamia (de pensamiento o de sangre) es igual de voraz que la inacción. Creo que lo normal sería pensar en un justo y difícil equilibrio que con el tiempo todo practicante suele alcanzar.
Por esta razón creo que es muy importante lo que reseña el autor de la frase en la parte que sigue a la aseveración de marras: la necesidad de aunar fuerzas, de sobrevivir en una sociedad en la que somos un grupo desconocido y por ende a veces temido (hasta que el tiempo y la paciencia hagan lo propio), y la existencia de otras tantas «ramas» en el árbol. Y sobre todo, de tomar conciencia de nosotros mismos y de nuestra situación, no llegando al extremo de la Tolerancia (ya que tolerar presupone la existencia de una agresión por parte de otro) sino al Respeto. Esto incluye no sólo el no presentar nuestras opiniones como verdades absolutas, sino el «cerrar» las puertas a un practicante que puede resultarnos interesante por no pertenecer a un grupo o asociación, o por no tener ascendientes de determinado país.
Al final, tanto la bruja tradicional a la que la brujería le viene desde cinco generaciones atrás por vía materna, hasta el wiccano ecléctico, pasando por el brujo de una tribu remota, practican sus rituales a la luz de la luna. Desde mi punto de vista, éste es un vínculo mucho más fuerte que cualquier diferencia o Verdad que nos puedan mostrar en cualquier foro de internet.
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