La idea de meditación que se suele tener en el mundo occidental es la del creyente de una fe oriental, concentrado y totalmente quieto mientras vacía su mente. Sin embargo, no siempre es así: la meditación no es exclusiva de las religiones orientales (aunque es ampliamente utilizada en algunas de sus ramas), y además hay meditaciones que incluyen no sólo el archiconocido concepto de «vaciar la mente», sino también el de visualización.
¿Por qué meditamos?
Meditamos principalmente para relajarnos. El estrés diario, el trabajo y las responsabilidades nos causan a veces una sensación de irrealidad de la que se aquejan muchas personas. Es necesario pararnos, quedarnos un momento disfrutando de la quietud del momento, concentrarnos simplemente en ser. La meditación nos reconcilia con nosotros mismos, nos hace ver las cosas con perspectiva, aquieta nuestra mente para que podamos impulsarnos, otorgándonos distancia y lucidez con respecto a las cosas que nos preocupan.
Esa capacidad para aquietar nuestro discurrir de pensamiento también aleja el pensamiento recurrente, que es el que en muchas ocasiones nos lleva a la depresión y a la frustración. La práctica meditativa constante baja la frecuencia de los latidos del corazón, regula la presión sanguínea y la circulación, y nos ayuda a superar adicciones como el tabaquismo.
La práctica de la meditación no es necesaria ni exclusiva en Wicca. No forma parte de la religión, ni se enseña en muchos círculos, ni tiene que ser necesariamente parte de un entrenamiento. Uno no es más wiccano por meditar todos los días, aunque sí es una práctica recomendable y algunas tradiciones la exigen. Muchos wiccanos utilizan la meditación, además de por sus cualidades relajantes y tonificantes, para mejorar su capacidad de concentración, tan necesaria en el manejo de energías.
Meditación y visualización
La práctica meditativa puede estar acompañada de imágenes que se incorporan a la misma. Cuando imaginamos en nuestra mente determinadas escenas o formas dentro de una meditación, estamos visualizando.
La visualización siempre tiene una función. Se puede utilizar para imaginarnos los chakras de nuestro cuerpo, su forma, su color, la forma en la que giran. También se puede utilizar para visualizar cómo nos «limpiamos» de todos los problemas del día, de cara a hacer de la meditación un acto de desconexión completa de esos quehaceres diarios. No existe la visualización sin finalidad: si visualizamos por visualizar simplemente estamos ejercitando nuestra imaginación, no llevamos a cabo ningún ejercicio, y corremos un riesgo al dejar la mente desbocada: ésta puede volver a esos quehaceres diarios que queremos dejar atrás, haciendo inútil el proceso meditativo.
Por tanto, la meditación con visualización:
– Es un acto consciente, del cual somos completamente soberanos. Meditamos para ser totalmente dueños de nuestros pensamientos, tanto de ellos como de su ausencia (en el caso de que queramos meditar vaciando nuestra mente). Por tanto, quedarse dormido no es meditar.
– Es un acto con una finalidad. Meditamos para estar más tranquilos, o para visualizar nuestros chakras, o para dejar atrás nuestras preocupaciones y ver las cosas con perspectiva. Debemos tener una idea de lo que vamos a hacer antes de empezar a meditar.
Cuando efectuamos una visualización dentro de una meditación estamos ejercitando algo que nos hace mucha falta cuando hacemos magia: nuestra capacidad para centrarnos en una idea sin dejar que otros pensamientos asalten nuestra cabeza. Esto no es sólo bueno para la magia, sino que también nos ayudará en nuestras facultades mentales, por ejemplo, si estamos estudiando para un examen y normalmente meditamos nos será más fácil concentrarnos y controlar esos pensamientos que muchas veces se nos «cuelan» en la cabeza.
¿Cómo empiezo?
Aunque meditar en sí es muy sencillo, ponerse a ello no lo es tanto, sobre todo las primeras veces. Hay que estar muy cómodo para ponerse a meditar, y cuando estamos quietos y relajados nos damos cuenta de que el cinturón aprieta, o de que la camisa es demasiado fina y nos va a entrar frío. Todo esto hay que tenerlo en cuenta. Así pues, nuestra primera práctica meditativa debería servir para que encontremos el atuendo adecuado: lo suficientemente cómodo como para que no apriete, y lo suficientemente cálido como para que no pasemos frío. Mucha gente, en mitad de su práctica meditativa, experimentará frío. Esto es debido a la bajada de la frecuencia cardíaca, y ha de tenerse en cuenta de antemano. Una manta suave y fina puede venir muy bien para los frioleros.
La posición es otro dilema frecuente. Mucha gente medita sentada porque si se tumba se queda dormida. Otra gente no puede meditar sentada mucho tiempo debido a problemas circulatorios o de espalda, y prefiere echarse boca arriba para meditar. De nuevo, es una cuestión de preferencias personales y sólo la experiencia nos dirá qué es mejor para nosotros. Para los que gustan de acostarse pero temen quedarse dormidos, una solución intermedia puede ser acostarse sobre una esterilla de yoga: no es tan blanda como una cama, pero no es tan fría como el suelo. Los zafús o cojines de meditación pueden estar muy bien si se quiere meditar sentado cómodamente, en el caso de que el problema con la meditación sea el entumecimiento de las piernas tras veinte minutos completamente quieto.
Sea como fuere, la práctica nos irá dando soluciones a estos problemas. Si al principio nos quedamos dormidos no pasa nada: es importante tener en cuenta que esto es propio del principiante y que la constancia es nuestra mejor aliada en este sentido. Dejaremos de quedarnos dormidos con el paso de los días, y si no lo hacemos encontraremos una postura mejor. La clásica postura del loto es imposible para algunas personas, y prefieren sentarse a meditar de otras maneras.
El último de estos dilemas suele ser por cuánto tiempo se ha de meditar. Al principio meditaremos cinco minutos porque estaremos empezando, luego, con la práctica, nos hacemos mejores en esto. Cuando seamos capaces de aguantar mucho más tiempo, habrá que buscar un máximo. En principio no debería exceder de los treinta minutos. La meditación debe ser una práctica para mejorar nuestra vida, no para sustituirla, y alargar demasiado esta práctica puede conllevar la no realización de tareas mundanas igualmente necesarias. De nuevo, meditar muchas horas no nos hace más wiccanos ni mejorará nuestras capacidades psíquicas más rápido: sólo la constancia nos ayudará. Si dedicamos demasiadas horas a esto, también es posible que nos quememos pronto de nuestra práctica meditativa, al ver que no nos da tiempo de hacer muchas otras cosas, como trabajar o disfrutar de la familia, lo que finalmente nos llevará a abandonar su práctica. Recuerda que no se trata de cuánto tiempo le eches, sino de que seas capaz de hacer un poco cada día.
En el próximo artículo veremos unos ejemplos de meditaciones para principiantes, así como algunos consejos para comenzar.
Te felicito por este excelente post, Harwe, me lo llevo a mi muro, para que algunas de mis amigas, a quienes les interesa la wicca y la meditación lo lean.
Bendiciones miles.
Me alegra que te haya gustado. Un abrazo muy fuerte.
Muy buen artículo. No sabes lo bien que me viene a mí que me cuesta ponerme con esto, pero de aquí puedo sacar unas cuantas claves para empezar.
Saludos 😉
¡Muchas gracias Harwe! Estoy teniendo problemas con la visualización, sobre todo al concentrarme para enviar Reiki, y esto me va a ayudar mucho.Qué curioso que lo publiques justo ahora.
Será causalidad. 😛