Antes de entrar en materia, me gustaría aclarar que mi trabajo con la herramienta de la que voy a hablar hoy procede de mi intuición. Podéis seguir este método si os parece bonito, o válido, pero no busquéis ninguna iniciación ni linaje en mis palabras, porque no lo hay. Si tú haces lo mismo o algo parecido, por favor, compártelo conmigo y así no me siento la única lunática del mundo que hace estas cosas.
Habiendo dicho esto, aclararé que hoy voy a hablar de lo que yo denomino, cariñosamente, «El Palo». Es decir, mi báculo.
Cómo llegué a trabajar con un báculo siendo wiccana, ni yo lo sé, pero tiene su contexto. Empecé por un curso de chamanismo en el que tuve que hacer mi propio báculo, y aunque la idea me encantaba no estaba muy contenta con la herramienta como para trabajar con ella. Parecía una manualidad infantil y no algo que incorporar a mi práctica.
Conforme pasó el tiempo, empecé a estudiar diversas corrientes chamánicas de origen nativo europeo, de ahí pasé a estudiar runas de una manera bastante profunda y especialmente, cómo no, mediante pathworking. En ese estudio y todo el trabajo que acarreó, apareció una Divinidad en mi vida, quien me fue guiando mediante mensajes en mis viajes al «Otro Lado», hasta que me pidió que fuera a determinado sitio al campo, diciéndome que allí encontraría una rama de ciertas características. Y así fue: me encontré unas siete u ocho ramas expuestas en un claro (parecían así adrede), de las cuales elegí una de pino muy recia que pareció vibrar conmigo. En ese momento no tenía ni idea de qué iba a hacer con ese palo gigante, que apenas cabía en el coche, pero me lo llevé a mi casa.
Tras darle muchas vueltas, empecé a quitarle la corteza y a sacar a la luz la madera, que es de color dorado y más bien blanda. Estudié los pliegues de la rama, los nudos, la acorté para que tuviera mi estatura. Y, entonces, en uno de mis viajes chamánicos, la Divinidad que me guía para estas cosas, me sugirió que fuera decorando el báculo a mi ritmo, sin prisa, con símbolos que tuvieran significado para mí. Como un mapa de carreteras personal que hablara de mi camino, de quién era, de mis Ancestros, de qué cosas me gustan, etc. De tal manera que, siempre que me doy cuenta de algo de mí, marco el palo de alguna forma o altero ligeramente su aspecto, reflejando aquello que he descubierto mediante algún símbolo. Por eso, considero que mi báculo es una herramienta que está todo el tiempo en progreso y que refleja quién soy realmente en este momento.
Creo que esto puede no ser aplicable a todo el mundo, porque hay gente que no soporta que una herramienta no quede del todo hecha, pero trabajarla de esta forma me permite entender que a) yo misma soy un trabajo en progreso y b) la vida cambia.
Podéis usar estas ideas para hacer cualquier herramienta, yo creo que es muy válido utilizar la intuición y luego comprobarlo con otras personas, especialmente cuando se hace mucho trabajo de caminante de mundos.
En las próximas entradas hablaré un poco más de en qué consiste la práctica que realizo con esta herramienta, para qué la empleo y otras curiosidades.