Me regalaron una agenda-planificador a primeros de año que hizo mis delicias. Mi problema con las agendas es que jamás las sigo aunque me encanten, así que tuve que utilizar un método que hasta ahora me está funcionando de maravilla. Gracias a esta herramienta puedo seguir encontrando tiempo para escribir, dar clases, organizar mi tiempo y mi hogar, a la vez que no descuido a mi familia y a mis seres queridos, así como generar una cierta sensación de logro, porque te ayuda a centrarte en los proyectos que consideras importantes. Me da mucha paz conseguir cosas, aunque sean pequeñitas, porque adoro el cambio. Y además ya he dicho otras veces que me cuesta decir que no (por eso hicimos esta actividad el mes pasado, para que pudiera ayudar a otra gente con el mismo problema) y me encontraba en ocasiones en la tesitura de tener proyectos que realmente no eran míos, sino de otras personas, en mi bandeja de trabajo. En definitiva, el método que os quiero presentar hoy te ayuda también a priorizar y a ver qué es realmente importante para ti. En cierto modo, se basa en lo que yo trabajo, ya que me dedico profesionalmente a la dirección de proyectos.
Os invito a realizar esta actividad en silencio, puesto que es algo individual y no me gustaría que tuviérais distracciones de los demás. Esto no es trabajo en equipo: es un trabajo propio. Tener opiniones externas puede distraernos de lo que realmente queremos, y hay otros elementos como la vergüenza o el miedo que pueden coartarnos de alguna manera.
Vamos a empezar por dibujar una flor. El concepto es parecido a la actividad «Somos flores» que mi compañero Runa Fuego ha diseñado para el Templo de Brigit (estáis todos invitados a participar hasta final de mes, por cierto). Dentro de la flor ponemos una fecha: 10 años. Y nos vamos a hacer la siguiente pregunta:
- ¿Qué me gustaría conseguir de aquí a 10 años?
En cada pétalo vamos a poner una meta que queramos lograr para ese plazo de tiempo. A continuación, nos centramos en una de las metas-pétalos que hemos ideado para esos diez años. Y las descomponemos en fases, cuyo objetivo a conseguir sea de 3 años, haciendo una flor con cada una de esas fases.
Luego, nos centramos en uno de esos pétalos de 3 años y los descomponemos en objetivos de aquí a un año, haciendo una flor de cada uno. De la misma forma, pero con sus fechas límite.
A partir de ahí, ya tenemos un mapa de carreteras para esos proyectos a largo plazo. Ahora, sólo queda el trabajo de hacer esto mucho más concreto. Podemos seguir dibujando flores, una para cada trimestre del año, con tareas específicas y sencillas para ese periodo de tiempo. De esa forma, lograremos hacerles un hueco cada semana a esas actividades. Poco a poco, haremos estas tareas, estando cada vez más cerca de nuestro objetivo a largo plazo. En ese momento, tener una agenda con objetivos para cada semana o mes viene muy bien.
Aquí debajo os pongo el ejemplo figurado de alguien que, entre sus sueños de toda la vida, tiene el de aprender a tocar el piano (haz click en la imagen para ampliar). Lo incluye primero en los objetivos a largo plazo, de aquí a 10 años, y luego lo va descomponiendo. Nótese que descompone pétalos de flores anteriores dependiendo del momento en el que puede conseguir ese objetivo concreto. Por ejemplo, los pétalos que sin duda podrá conseguir de aquí a un año será comprarse su piano y encontrar el tiempo para estudiar el instrumento. Los otros elementos-pétalos que componen el proyecto a tres años, que son llegar a nivel elemental del conservatorio y recibir clases particulares del instrumento también se podrían tomar dentro del año, o en dos años, o en tres. Esto ya depende de lo que quiera cada uno y de las prioridades que le demos a cada cosa dentro del proyecto general.
Para mí, este método resulta muy beneficioso, porque como tengo una niña de once meses tengo que trabajar en sprints de una o dos horas máximo, de cara a poder aprovechar las siestas de la peque en actividades que requieren concentración. Como se duerme cuando quiere (cuando le entra sueño, vamos) no puedo programar horas de trabajo exactas, sino que tengo que aprovechar el tiempo que tengo. Por ejemplo, mi libro «La Magia de los elementos» lo terminamos de maquetar e ilustrar durante esas siestas. Una vez terminamos la maquetación, si la niña se dormía, abría mi planificador y buscaba las tareas que tenía pendientes del resto de proyectos. Para los momentos de vigilia, en los que podía cuidar de la peque o no me importaba que estuviera balbuceando mientras jugaba, buscaba actividades fáciles que no me requirieran mucha concentración, también de entre esas tareas pendientes. Por ejemplo, comprobar las entregas de mis alumnos del Templo en el aula online.
Bonus: Si queréis aprovechar la energía de la primavera en estos nuevos proyectos, la Tradición Correlliana, en su volumen «Ritual en Teoría y Práctica» tiene un ritual muy bonito que consiste en plantar semillas por cada proyecto que queramos. Las semillas han de plantarse en maceta, eso sí, que no queremos llenar de especies externas nuestros bosques.
¿Te ha gustado el método? Comparte tus experiencias con el hashtag #pazesunestadomental en tu red social favorita. Y recuerda que la sensación de lograr cosas es gasolina para tu motivación. Pero para estar motivado hay que ser un poco organizado y saber qué es lo que se quiere. Si es así, podrás conseguir todo lo que quieras. ¡Haz que suceda!