Son conocidos los propósitos de año nuevo que muchos nos hacemos, y que marcan una lista de buenas intenciones que, en muchas ocasiones, quedan en eso. Sin embargo, hay propósitos de año nuevo que se pueden hacer de forma sencilla y que suponen el inicio de un cambio vital importante.
Personalmente, llevo un tiempo sanando emociones, iniciando cambios (y dejando que se inicien), algo que ha surgido a través de otro cambio, el más grande de mi vida. El nacimiento de mi hija ha sido un revulsivo, ha puesto toda mi vida patas arriba, como suele suceder con todos los procesos de adaptación grandes, y ha sacado a la luz esas emociones que necesitan ser curadas de alguna manera, que se han quedado estancadas y que necesitan desatascarse. Como una corriente de agua que se ha quedado atrapada en un recodo del río, y que crea un mal olor indescriptible. En las emociones, lo que eso crea es insatisfacción con la vida de uno mismo.
Por si alguien lo necesitara, quisiera compartir hoy el método que estoy siguiendo y que perfectamente puede servir como propósito de año nuevo que, además, se basa en tangibles y es muy efectivo y fácil de cumplir. Tiene un poco de magia pero sobre todo mucho sentido común. Tiene un poco de mí y un poco de todo el mundo que ha cruzado su camino con el mío, porque también se aprende mucho de las personas con las que te cruzas. Y, ante todo, mucho trabajo acuático y Sacerdocio del Mar, que estamos hablando de emociones y éstas son acuáticas por excelencia.
Lo primero que he hecho ha sido deshacerme de lo que ya no usaba. Desde ropa hasta gadgets, pasando por zapatos, y eso que me encantan los zapatos. Una buena limpieza de armarios te hace ver con lo que eres capaz de vivir, que en realidad es más bien poco. Todas esas cosas que no te sirven para nada, son tangibles y, por tanto, cuantificables, te hace pensar en cuántas cosas acumulas que no son necesarias, que traen recuerdos desagradables o que están ocupando tiempo y energía en tu cabeza. Añadí a esta lista regalos que me habían hecho y ni siquiera me gustaban, por ejemplo un pastillero de porcelana que me regalaron una vez (no soy conocida por tomar muchas medicinas, así que iba a hacer más bien poco con un pastillero), o una camisa que habían comprado pensando en otra persona y no en mis gustos.
Lo segundo, una buena limpieza de facebook, sobre todo grupos y páginas. Es increíble la gran cantidad de basura que comparten algunas páginas y grupos, muchas veces copiada y pegada de otras fuentes, o que directamente se usa para publicidad. También tuve que hacer una limpieza de contactos, con todo cariño, pero teniendo en mente quiénes son las personas de las que quiero rodearme. Este paso es importante porque hay personas que añaden mucha basura a las emociones de uno: cotilleos, malos rollos, rumores, conflictos… Luego de eso, empieza la limpieza de emociones.
Para lo de las emociones me he valido de un cuaderno. Me encantan los cuadernos, hacer listas, planes… así que esta vez era indispensable anotar todas las emociones que sentía y explicar por qué las sentía, si había alguna razón. Mi objetivo era hacer un análisis de la causa que había detrás de todos los sentimientos, positivos y negativos. Identificar las áreas de mejora de mi vida, para poder ser más feliz y estar más satisfecha con mi vida.
He aplicado lo que en mi trabajo llamamos «análisis de causa raíz». Una vez identificado y descrito en detalle un problema o una situación que me hacía infeliz por alguna razón, me he hecho un máxico de cinco preguntas tipo «Por qué» hasta encontrar la causa raíz, que es una causa tangible, la cual es el origen teórico del problema, por ejemplo:
– ¿Por qué no me siento cómoda con mi vida? Porque no se colman mis expectativas de actividades y curiosidad naturales.
– ¿Por qué no se colman dichas expectativas? Porque no existe oferta donde vivo para ello. Por tanto, la causa raíz de este problema es el sitio donde vivo. La solución es cambiar de lugar de residencia.
Este análisis se tiene que hacer con un poco de cabeza y con tiempo, no vale correr. A veces veremos que más de un problema tienen la misma solución, por ejemplo hablar más las cosas o comunicarse con más eficacia suele ser una causa común de muchas dificultades que tiene la gente hoy en día. Identificar las causas es el inicio de hacer planes para mejorar esas emociones y conseguir sanarlas. Hay cosas que se solucionan con tangibles, hay otras que se solucionan con soluciones más abstractas, como practicar la meditación o entregarse al conocimiento profundo de determinadas disciplinas espirituales de nuestro gusto.
Lo siguiente sería hacer el plan de lo que se quiere conseguir, que es lo que estoy haciendo yo ahora mismo y lo que suele llamarse «los propósitos de año nuevo». El problema común de estos propósitos es que los dejamos porque nos ponemos metas demasiado altas o muy poco factibles. Así que, hay que ser realista, darse cuenta de cuánto tiempo se tiene e, incluso, ponerse metas para más tiempo que el año que se comienza. En mi caso, me estoy buscando metas incluso para dentro de diez años, lo cual me da seguridad.
Espero que estas ideas de cómo sanar emociones de una forma pragmática os parezcan útiles. Como siempre, cada maestrillo tiene su librillo y lo que me sirve a mí puede que no le sirva a los demás, pero si vale para dar algunas ideas a quien realmente tenga que ponerse manos a la obra a cambiar su vida, me doy por más que satisfecha.
Feliz 2016 a todos.
Precioso.