Dejar ir a las personas, a las cosas, a las situaciones.
Dejar ir a quienes han de irse, no forzar las cosas, no insistir una y otra vez cuando nos se ve que no puede ser. Porque quizá las cosas no son como pensábamos que eran, porque hay que dejar a la vida espacio para que nos siga sorprendiendo. Porque puede que esa idea que teníamos en la cabeza no funcione en esa situación exacta, pero posiblemente en muchas otras situaciones sí funcione esa misma idea.
Dejar ir como los árboles dejan ir las hojas en otoño, como el viento se deja ir a sí mismo para poder soplar. Dejar ir como el que hace que el agua corra limpia. Dejar ir los sentimientos y los pensamientos, y los libres albedríos ajenos, porque somos los dueños de nuestro destino pero no del destino de todo el que nos rodea. Aprender que no podemos controlarlo todo, porque necesitamos vivir un día cada vez. Dejar ir para respirar, dejar ir para sonreír, dejar ir, porque la vida es demasiado corta como para estar preocupándonos por los demás. Dejar ir nuestros sentimientos y dejar ir los sentimientos de los demás, porque son suyos. Dejar ir, sobre todo, a la gente tóxica de nuestra vida, y si no quieren salir, dejar ir la toxicidad que hayan ido dejando en nuestra vida, cortar lazos, soltar amarras, como el que limpia una herida debajo de una corriente de agua.
Dejar ir y entender que no es una derrota. Que la buena fortuna, la suerte, los hados, y todo aquello que consideramos poderoso y bueno, en realidad son cosas que construimos a base de dejar ir otras. Y si eso es estar derrotado, entonces el éxito se consigue a través de ser derrotado tantas veces como para que podamos aprender de ello. Dejar ir las preconcepciones y los prejuicios, tomarse el tiempo para escuchar, entender y empatizar. Dejar ir con la cabeza alta. Dejar ir la pena porque puede que hoy estemos desnudos, pero esta vida da tantas vueltas que quién sabe si mañana resurjamos como Inanna del Irkalla. Dejar ir porque dejamos ir en el momento en el que tomamos decisiones, pues desechamos unas para seguir con otras. Así pues, dejar ir los «y si», y entender que hemos hecho nuestro sino a través de lo que hemos elegido y lo que hemos dejado ir. Dejar ir y ser consecuentes con ese dejar ir.
Dejar ir, como elegir, y ser libres.
Es precioso y veraz,Harwe,aunqye yo soy de los que dan segunda oportunidad!!, por cierto es tuyo?.Un fuerte abrazoo!!
Es precioso y estoy totalmente de acuerdo,aunque yo personalmente doy segunda oportunidad,por cierto es tuyo?, un fuerte abrazo Harwe!
Gracias. Sí, todo lo que escribo aquí es mío. No me gusta copiar y pegar de otras fuentes cuando se tiene una cabeza para pensar y unas manos para escribir. Ojalá los dioses me las conserven, disfruto mucho con ellas.