Hace un par de meses quedé con una chica de mi ciudad, interesada en el mundo de la magia, para charlar y echar unas risas y un café. Aparte de pasar una tarde de lo más agradable, estuvimos hablando mucho rato sobre habilidades psíquicas y su desarrollo. Ella me comentaba que posee ciertas habilidades, tradicionalmente ligadas al trabajo del médium, y que había nacido con ellas. Me pareció bastante liberador poder hablar con alguien de esto tan abiertamente, porque incluso en el ámbito pagano habría quien nos miraría «raro» a las dos por hablar de cosas que parecen más sacadas de la película del Sexto Sentido que de la vida real. Y eso que yo me considero una persona bastante escéptica, pero hubo algo en esa conversación que destilaba normalidad y sencillez cuando se sacó ese tema.
Hace unos días hablaba con una alumna que se está preparando su tercer grado, y me decía que ya había podido canalizar. Para quienes no estéis familiarizados con este término, canalizar en esta jerga significa tener la capacidad de «bajar la luna», o hacer que la Divinidad entre en nuestro cuerpo para hablar a través de nuestra boca, cosa que se consigue en un estado alterado de conciencia. Es muy similar, en definitiva, a la idea que se tiene de lo que haría un médium con un difunto o con otro tipo de entidades. Me puse muy contenta cuando ella me dijo que esto le había pasado, ya que llevaba desde entrado su segundo grado entrenando para que llegara este momento. La canalización es una de las habilidades ligadas tradicionalmente al rol del tercer grado en mi tradición, por lo tanto para mí supuso una satisfacción ver que esta alumna era capaz de hacerlo, pese a que ella nunca hubiera intentado en serio realizar este tipo de actividades.
Me acordé entonces de mi conversación delante de mi coca-cola y del té de mi interlocutora, dos meses atrás. Recordé decirle que, aunque ella hubiera nacido con esa habilidad, la mediumnidad es algo que todos somos susceptibles de tener, pues todos venimos equipados con las mismas habilidades aunque luego pueda haber cosas que se nos den mejor o peor de entrada.
Para entender esto, pensemos en las matemáticas. A mí se me dan fatal, mirad por dónde. Cuando iba al colegio me hacían estudiar matemáticas y lo odiaba, pero así y todo, aprendí a multiplicar y ahora voy al supermercado y soy capaz de calcular de cabeza cuánto me va a costar comprar tres bricks de leche, en relación al precio por brick que está marcado en el estante. La práctica hace la perfección, decimos en mi tradición, y así fue en mi caso y en el de muchos otros que durante toda nuestra tierna infancia fuimos unos negados con las famosas tablas de multiplicar. En fin, a lo que iba: una persona media viene con las capacidades necesarias para aprender estas cosas, lo trae en el equipamiento «de serie», como los coches. Las habilidades psíquicas no son una excepción a ese respecto. Sólo que algunos tienen facilidad para las matemáticas (¡no sabéis cómo os envidio!) y otros tienen facilidad para la mediumnidad. Diferentes personas, diferentes puntos fuertes. ¡Eso es todo!
¿Por qué no todo el mundo es médium entonces?
En mi opinión, hay un factor para que no todo el mundo desarrolle esta habilidad: la educación que nos dan. No me refiero a las escuelas, sino en casa. Cuando era niña recuerdo ver a un señor vestido de traje en el pasillo de mi casa, pero siempre me decían mis familiares que ahí «no había nada». Consecuencia: con el tiempo dejé de ver al señor de traje. A mucha gente se le enseña que lo que ven es mentira, y es cierto que con ciertas edades es difícil diferenciar la realidad de algo imaginado (e incluso nos pasa cuando somos mayores, porque la memoria es tremendamente traicionera en ese sentido), pero hay veces en las que los críos vienen «resabiados» psíquicamente (a eso en mi tradición lo llamamos «nacer viejo») y los adultos les vetamos esa parte de sí mismos, en ocasiones para protegerlos o para no causarles miedo, o no tenerle nosotros mismos miedo a algo que no podemos ver pero que el niño sí ve. Las habilidades psíquicas se parecen a los músculos: si no se usan, se atrofian, así que es posible que dejemos de tener esas capacidades si no las usamos. Aunque eso no significa que no podamos recuperarlas con el entrenamiento adecuado.
La otra opción es, simplemente, que no hemos desarrollado ese «músculo» psíquico, bien en esta vida o bien en la anterior. No todo el mundo es «nacido viejo» porque la gente dedica sus vidas anteriores a cosas muy variadas y necesarias. Por ejemplo, a aprender matemáticas. Sea lo que sea que hayas aprendido en tus existencias anteriores, todos esos conocimientos son valiosísimos y son igualmente dignos. Así que, a todos los que os llamáis por ahí fuera «patatas astrales», si me estáis leyendo, no sois «patatas»: sencillamente volcásteis vuestro esfuerzo en otras áreas. Si ahora os interesa desarrollar vuestras habilidades psíquicas, nunca es tarde.
¿Cómo me desarrollo como médium?
Esto me llevaría años contároslo porque no es algo que quepa en un libro ni en dos, no se enseña y no se transmite. Se tiene por nacimiento. Estás equipado con todo lo necesario para esta habilidad y para muchas más, así que podría decir que el primer paso es creértelo.
Luego está el cariño: necesitas tenerte muchísima paciencia y muchísimo cariño porque vivimos en una sociedad muy rápida y a veces los resultados en estas cosas se hacen esperar. Me comentaba una persona muy querida que la gente suele dejar de meditar a la sexta vez porque no obtiene resultados, y porque estas cosas suceden muchas veces bajo bambalinas, a unos niveles subconscientes que normalmente no vemos. Pero nuestra capacidad para soportar la frustración, igual que los músculos psíquicos, también se atrofia si nos acostumbramos a conseguirlo todo «aquí y ahora». En consecuencia, a la sexta vez de meditar sin ver nada, lo abandonamos porque pensamos que es inútil, o le restamos importancia.
Dicho esto, una de las cosas que más desarrolla estas capacidades es la meditación. Técnicas aquí hay todas las que queráis y más, así que tendréis que ver por vuestra cuenta cuál os sirve si optáis por meditar. Hay gente que practica la meditación trascendental y hay quien practica la meditación en movimiento, para gustos colores. Lo importante es tomarte un momento cada día para escuchar cómo fluyes tú por el mundo.
Escuchando tu propio sonido será como empieces a darte cuenta de que ese sonido interior está «afinado» con otros sonidos que te serán más o menos familiares. Si has tenido una corazonada o un sentimiento de «saber» algo, es que has estado en contacto con ellos, quienes siempre están contigo: tus guías. Éstas son las primeras entidades con las que deberías contactar, porque siempre están ahí y viven por y para ti. Son tu «equipo» del otro lado del velo.
Una vez sepas que tienes un equipo que cuida de ti y con quien te puedes comunicar porque están para protegerte, lo demás irá solo. Pero es cuestión de tiempo, cariño y compromiso hacia ti mismo. También hacia los guías, claro que sí, pero sobre todo hacia ti. Se cree y se dice que el psiquismo es pasivo, en tanto que las habilidades psíquicas son receptivas, pero esto no significa que el individuo que quiera desarrollarlas no deba tener hacia lo que hace una actitud activa y pro-activa. Recuerda que en cualquier caso tu desarrollo espiritual es tu responsabilidad: nadie va a vivir eso por ti, ni siquiera tus guías.
Una vez más gracias por compartir tus palabras.
¡Gracias, Harwe! ¡Muy interesante!