Hay una cita en el libro «Inanna: Queen of Heaven and Earth», de Kramer y Wolkstein, que me encanta. Dice así (pongo la traducción justo debajo):

«Ereshkigal, the neglected side of Innana, has certain qualities that are similar to Lilith’s. Both are connected to the nightime aspects of the feminine- the powerful, raging sexuality and the deep wounds accumulated from life’s rejections- which seek solace in physical union only. Lilith usually flees from rejections; Ereshkigal withdraws ‘underground.’ In ‘The Huluppu-Tree,’ when Lilith could not have her own way, she resentfully and destructively smashed her own home. The powerful Lilith of Innana’s adolescent days had to be sent away so Innana’s life-exploring talents could be developed. But now that Innana has become queen of her city, wife to her beloved, mother to her children, she is more able to face what she has neglected: the instinctual, wounded, frightened parts of herself…».

Aquí abajo en castellano:

«Ereshkigal, el lado descuidado de Inanna, tiene ciertas cualidades similares a las de Lilith. Ambas están conectadas con el aspecto nocturno de lo femenino: la sexualidad furiosa y poderosa, y las heridas profundas acumuladas por los rechazos de la vida, que sólo encuentran la calma a través de la unión física. Lilith suele rehuir del rechazo, mientras que Ereshkigal se retira «bajo tierra». En el poema del árbol Huluppu, cuando Lilith no puede salirse con la suya, destroza de manera resentida y destructiva su propio hogar. La poderosa Lilith de los tiempos de adolescente de Inanna tenía que ser desechada para que los talentos de exploración vital de Inanna pudieran ser desarrollados. Pero ahora que Inanna se ha convertido en reina de su ciudad, esposa de su amado, madre de sus hijos, está mucho más capacitada para enfrentarse a aquello que ha descuidado: las partes de sí misma que son de naturaleza instintiva, que sienten miedo y fueron heridas…».

En estas dos semanas de montaña rusa emocional tras dejar la Tradición, me he sentido muy identificada con este pasaje. Si algo extraigo de manera recurrente de los mitos es que todo Orden requiere un cierto precio. El precio de la civilización, de no ser llamados bárbaros, de ser consideradas personas «de bien» es abandonar esa parte de nosotros mismos ligada al instinto, a los días de adolescente en los que nos rebelábamos de mil y una maneras. Todo Orden, como toda elección, tiene un coste de oportunidad, y eso, a veces y a nivel personal, puede requerir dejar atrás esa alineación contigo mismo, tus objetivos, tu personalidad y mil y una cosas más. En ese momento, a algunos la intuición nos dice con neones «cuidado, no te pierdas a ti mismo». Pero uno no escucha porque lo hace con afán de lograr algo bueno, algo grande. En mi caso fue así, metí a Lilith debajo de la alfombra y la ignoré, porque si quería ser una mujer «de bien» tenía que hacerlo así, era lo que pensaba que se esperaba de mí. Y estaba equivocada, porque los demás pueden tener expectativas diferentes de lo que a mí me hace feliz.

Sólo ha sido tras tenerlo todo en la vida que he podido pasar por ese periodo de crisis interna lo suficientemente fuerte como para decidir bajar a ese inframundo, sin nada más que yo misma. Atreverme a mirar al espejo y darme cuenta de todas las cosas que he estado negándome por seguir un plan que no era el mío.

Durante estos días, cuando me apretaba la garganta la desesperanza y la soledad, porque da mucho vértigo bajar al inframundo de ti mismo «sin nada», también he estado buscando fuera, en un intento de reafirmarme o quizás de alargar un poco los plazos. Hago trabajo con Ancestros, como ya sabéis quienes me seguís, y últimamente venía dándole vueltas a hacer árboles genealógicos cada vez más grandes como una forma de ponerlo todo por escrito, de ganar una seguridad sobre cuáles eran mis raíces, sobre quién soy, ahora que no tengo la seguridad de un grupo detrás. Ayer llegué a la conclusión de que la sangre que lleve en mis venas, igual que a qué organización religiosa pertenezco, tampoco importa. Porque si estoy aquí, mi tez es blanca y hablo español, es porque un montón de gente de hace muchísimo tiempo decidió dejar la seguridad de la Cuna de la Humanidad para adentrarse en Europa e incluso explorar otros muchos lugares. Ninguno de mis Ancestros tenían todo lo que yo tengo, estoy segura de que alguno se adentraría a la aventura y probablemente sin saber si sobrevivirían, pero lo hicieron. Se adentraron en lo desconocido. Quizá mi camino no sea embarcarme y explorar un lugar recóndito, pero al fin y al cabo, hay otros mundos aparte de éste y el mundo más importante está dentro. La llamada está dentro. No hay que buscar fuera, pero hay que apagar el ruido, disfrutar del silencio y ganar distancia para poder comenzar el camino, el de mi Lilith interior, que me ha estado aguardando, puede que con furia, con rabia, pero también, seguro, aguardando este momento. Tengo respeto por lo que me pueda encontrar, por todas las cosas que he negado de mí misma, pero no me voy a achantar sabiendo que vengo, como la mayoría de nosotros, de una estirpe de exploradores.