Religiones del mundo con influencia en la brujería (2): ¡El Cristianismo!

streghe-circoloEl otro día escribí una entrada sobre el papel de San Beda el Venerable con relación a la festividad de Ostara, pues muchos dicen que se inventó la festividad. Así que, habiendo este especial en 13 lunas sobre «Religiones del mundo con influencia en la brujería» hoy quisiera hablar del Cristianismo.

¡Qué dices! Me diréis algunos. ¡El Cristianismo es contrario a nosotros! ¡Cómo te atreves! Pues me atrevo porque, lo queramos o no, somos hijos de nuestro tiempo y el Cristianismo ha sido y es la religión predominante en nuestra sociedad. Lo queramos o no, tenemos una gran influencia de él. Convivimos con los cristianos igual que convivimos con muchas otras religiones, y no pasa nada. Al menos no donde yo vivo.

La influencia del Cristianismo en la brujería moderna puede verse en muchísimas situaciones que he observado durante mi experiencia como wiccana. Voy a enumerar algunas, podréis estar de acuerdo o no, pero esto es lo que yo he vivido:

Concepto de bien y mal. Esto es habitual en practicantes que vienen como conversos del Cristianismo. Muchísimas personas que se acercan a la Wicca por primera vez vienen con la cantinela de que existe bien y mal, y que hay que tener pensamientos positivos y que los pensamientos negativos están mal. También hacen referencia a los sentimientos negativos y positivos. Por ejemplo, me han llegado a decir que no deben enfadarse, o que deben controlar los impulsos y las tentaciones. Luz y oscuridad para ellos son dos polos que consideran alineados con esos dos conceptos de bien y mal. En este tipo de pensamiento no existen los grados intermedios, sino que el concepto es bastante maniqueo (recordadme que algún día hable del Maniqueísmo) y por ende, dualista. En realidad, la luz y la oscuridad en la Wicca poco tienen que ver con el bien y el mal, más bien están asociadas a Dios (luz) y Diosa (oscuridad). Por eso me río cuando me dicen que la Wicca no trabaja con la oscuridad, que si acaso trabaja con la penumbra, cuando la realidad es que todas las divinidades con las que trabajamos tienen una connotación oscura, de muerte, de renacimiento, de introspección y de estar dentro de uno mismo muy fuerte, igual que tienen sus connotaciones expansivas, hacia fuera y, en definitiva, luminosas. Cuando me encuentro con una persona que piensa así, no puedo más que sentirme mal por ella, porque la gente así se pasa el día intentando controlar lo que siente y lo que piensa, y sintiéndose muy culpable cada vez que considera que «mete la pata». Luz y oscuridad en Cristianismo y en Wicca significan cosas diferentes, así como nuestras polaridades no tienen nada que ver.

Mandamientos. Consideran que la Rede es una regla por la cual no se debe hacer daño a nadie. En realidad, la palabra Rede significa «Consejo» (viene del germánico antiguo), siendo la Rede por tanto un consejo y no un mandamiento. No significa «No harás daño», sino «intentarás (o es mejor) no hacer daño, pero tú luego haz lo que veas, allá tú con las consecuencias de lo que hagas».  Este pensamiento también es frecuente en conversos del Cristianismo a la Wicca, porque se nos ha enseñado que existen «mandamientos» de Dios. La Rede no viene de Dios, por cierto, ni fue inspirada por ninguna Divinidad, lo cual lo distancia bastante de los mandamientos. Si un wiccano decide hacer daño a alguien, pues seguramente tenga sus consecuencias por ello porque para eso creemos en la ley de causalidad. Pero no hay ninguna ley divina que condene el daño para nosotros, más bien es el sentido común y el saber que todo tiene consecuencias el que nos lleva a evitarlo.

El aspecto Historiográfico. Éste es el que más gracia me hace porque llena de gazapos los libros de autores de renombre. La Historia la escribieron durante muchísimo tiempo personas que eran cristianas, incluyendo las leyendas paganas y sus mitos y costumbres. Todavía me río cuando me acuerdo del capítulo del Anillo de los Nibelungos titulado «De cómo los héroes fueron a misa». El estudio de la Historia hace muchos siglos no era algo institucionalizado y controlado como ahora, sino que un monje llegaba, se dedicaba a compilar datos y luego los metía en una coctelera no exenta de ideología. ¿Por qué los monjes y los clérigos precisamente? Porque sabían leer, mientras que la mayor parte del pueblo llano no sabía juntar la m con la a, ya que la alfabetización masiva es algo reciente. Esto hace que muchísimos de los libros que hoy en día se tienen como «buenos» (incluyendo la Biblia de las brujas de los Farrar y sus derivados) estén llenos de gazapos históricos y tengan un tufillo cristiano bastante fuerte en la narración de los mitos.  Darse cuenta de esto es tan fácil como mirar la bibliografía del libro en cuestión. También se ha hecho, y esto lo he dicho en multitud de ocasiones, un ejercicio de llenar los huecos para no admitir que algo se desconoce o que queda poco claro, porque parece poco profesional. Esto fue común al principio del ejercicio profesional de los antropólogos, por ejemplo, en el que había unos señores llamados «folkloristas» que se dedicaban a compilar mitos antiguos en poblaciones cristianas. La única forma de evitar esto es estudiando diferentes fuentes originales y comparando la información, en lo que coincidan suele ser cierto.

Equiparación de las Divinidades. Una vez me dijeron que el Aridianismo estaba equivocado porque el Dios recibía el nombre de Lucifer, y que todas las tradiciones que usaban ese nombre eran satánicas. Para empezar, Lucifer era un dios romano de la luz, y es así como se le ve en el Aridianismo. Que los cristianos ese nombre lo hayan querido usar para su Adversario, pues me parece muy bien, pero lo siento por los principiantes que se escandalizan cuando se leen la obra de Leland y ven que el dios se llama Lucifer, porque el dios Lucifer del Aridianismo tiene otro contexto e interpretación del que se tiene en el Cristianismo. Pasa algo parecido en el carácter virginal de la Diosa, como ya comenté. Y esto se convierte ya en el despiporre cuando resulta que la Divinidad tiene un equivalente en el santoral cristiano, o incluso un equivalente en una de las advocaciones de la Virgen María (tal es el caso de algunas de las tradiciones vinculadas a la Isis romana con la festividad de la Virgen del Carmen en Andalucía). Se llama sincretismo religioso y suele pasar, nos guste o no. Esto se soluciona leyendo un poco más los mitos  precristianos, y menos libros de Wicca para principiantes.

La culpa y el perdón. Durante mucho tiempo este tema me tocó la fibra sensible. Sentirte culpable o no, o perdonar a alguien o no, es una cosa de uno, creo yo. Es una circunstancia personal y no existe como sacramento en ninguna creencia vinculada a la brujería. No obstante, me encuentro con que me dicen que los brujos expían su culpa. Aunque ya he aprendido a vivir con esto porque es inevitable que haya quien quiera darse de latigazos por sentirse culpable (y yo no puedo hacerle nada, más que empatizar y sentirme mal por la persona), estas afirmaciones todavía me hacen levantar la ceja. Es cierto que el perdón puede ser muy curativo, pero desde luego creo que darse de latigazos (literales o figurados) por sentirse culpable no conduce a nada. ¿No es más productivo intentar arreglarlo?

Hasta aquí lo que yo he visto en mi experiencia. Me estoy dejando cosas en el tintero seguro. Como veis, son muchos aspectos ideológicos que pueden condicionar nuestra práctica contemporánea. No digo que estos conceptos estén mal, sino que yo no los comparto, no me parecen prácticos a la luz de una religión basada en la brujería, me parece que corresponden a otro paradigma. Me resultan más parches para eliminar esa imagen que nos lastra, queramos o no, y es la de la bruja que adora al demonio. Sabiendo que no adoramos a ninguna de esas cosas, creo que no hay de qué temer.

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