Hechizos de amor (1) : de la naturaleza del amor y otras hierbas

Tendría 20 descargaaños, y salía con un chico guapo guapísimo, que tenía una hermana igualmente guapa guapísima y que hacía meditación budista. Estábamos un día enfrascadas en una conversación de ésas profundas que sólo se dan de forma casual, cuando me explicó que a ella le estaban enseñando en sus clases de meditación que el amor que vemos ahora en canciones y en mensajes con los que nos bombardean no es realmente amor sino posesión. Estaba de moda una canción de Amaral, «Sin ti no soy nada», y ella comentaba que la verdadera naturaleza del amor, de acuerdo con sus maestros de meditación budista, era la de la libertad y la de sentirse completo en sí mismo, algo muy alejado del concepto de la canción cantada por Eva Amaral en aquel entonces. Pasaron los años, aquella relación con el chico guapo guapísimo se acabó, y acabé envuelta en una relación con un individuo de tendencias materialistas, que afirmaba que eso era una tremenda paparruchada porque «Te quiero» implica «Te poseo». La verdad, no podía sentirme más en desacuerdo. Quizá fue una de las razones por las que salí espantada de aquella relación.

Haciendo un análisis de toda mi vida sentimental y de toda mi ideología, encuentro que aquella diferenciación entre «amor» y «posesión» que hacían los budistas que le daban clase a aquella chica es la que he aspirado a tener toda mi vida. No sé si me marcó o es que siempre fui así de independiente, lo cierto es que no concibo una relación en la que las personas sean propiedad de otra persona. Más bien creo que siempre elegí voluntariamente estar con alguien y, en el momento en el que se asomó un atisbo de posesión que pudiera poner en jaque mi propia libertad, salí volando de la situación. Si lo llevo a cabo con mi pareja, eso él lo dirá, pero no debe estar muy descontento si aún me aguanta tras ocho años juntos y una hija común en camino.

¿Qué dice del amor la Wicca? Nunca oí nada que no fuera «perfecto amor y perfecta confianza», pero no hay grandes discursos acerca de la naturaleza del amor, y tampoco es que los sacerdotes wiccanos sean mucho de subirse a púlpitos y predicar el amor entre semejantes. Me da la sensación de que la cosa queda en un «vive y deja vivir», vamos, sé feliz e intenta no estorbar en la felicidad ajena. Creo que por eso me parece tan importante la libertad en líneas generales. Lo que ocurre con la libertad es que requiere de grandes dosis de confianza, porque si no confías no puedes dejar a los demás ser libres y surge esa posesión que a ratos se convierte en enfermiza. Por otra parte, siempre me ha parecido que dejar a los demás ser libres implica la confianza en que sabrán solucionar las consecuencias derivadas de sus actos. En definitiva, para mí el amor se cimenta en esa confianza y en esa libertad que les damos a los demás y a nosotros mismos para ser y llevar a cabo esa Voluntad por la que estamos en esta existencia. Así como llegar a ese propósito en la vida que tanto nos esforzamos por conseguir.

Como wiccana, para mí el amor se da en libertad y entre iguales. Como en el ámbito del aprendizaje, creo que no puede haber amor si la relación genera estrés o coacción en alguna de las personas que la integran. El amor, a múltiples niveles (no sólo el amor por una pareja) me ha enseñado muchas cosas de los demás en las que me he podido ver reflejada yo misma. Pero siempre con la distancia suficiente como para darme cuenta de que la persona es un ente independiente, una persona completa igual que lo soy yo. ¿Por qué buscar el amor, entonces? Para aprender más sobre nosotros, para caminar junto a alguien, pero no para «tener» o «poseer» a nadie. Las personas no son objetos. Las personas tienen su propia voluntad, sus propios proyectos y necesitan su espacio.

Es por ello que soy tan reacia a dar filtros y hechizos de amor, a realizar amarres y demás, tema al que me gustaría aludir en la siguiente ocasión, y por lo que creo que muchas personas, también wiccanas, se sienten tan reticentes a tratar este tema en las discusiones al respecto. Es cierto que a veces nos dicen eso de «hay que ver, un bruja que no quiere dar lecciones sobre cómo atraer otras personas a las vidas de los demás». Pues es cierto, y no porque los hechizos no funcionen, que funcionan, sino porque existe una base moral en la Wicca que nos hace pensar en que el amor, como todo, se crea en libertad. Y la magia, en determinados contextos, no deja de ser una forma de coacción. Si se quiere amor en la vida, hay muchas formas de conseguirlo, y no será la primera vez que alguien pide amor y los dioses le ponen en su camino un dulce y simpático perrito.

En el próximo artículo daré algunas pinceladas sobre los hechizos de amor en sí, cómo funcionan y algunas recomendaciones.

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