A mi hija aún no nacida

Mi pequeña:

Me has elegido como tu madre y es todo un honor. Ya desde mi barriga has demostrado lo fuerte que eres, lo valiente, lo obcecada, y lo mucho que te molesta el cinturón de seguridad del coche cuando me lo coloco a la altura donde tienes ahora mismo las manos. Te has aferrado a la vida desde el principio, y a pesar de que aún no has nacido ya estoy orgullosa de ti, porque eres una pequeña guerrera que ha soportado, entre otras cosas, mi adicción al café y la manía de mi jefa de echarme encima más trabajo del que soy capaz de manejar. Y mi manía de aceptarlo.

Vas a venir al mundo en una casa pagana. Pero créeme, no somos personas especiales por eso. Somos especiales porque somos nosotros mismos, igual que tú serás tú misma. Aunque a veces te levantes con el pie izquierdo, tengas un día de malos pelos y esa persona con la que te gustaría tener algo más no te haga ni caso. Todos hemos pasado por ahí y, a pesar de esos días en los que parece que el mundo iría mejor sin nosotros, todos tenemos algo que aportar. Tus dones, igual que los de todos, son necesarios para que el Universo complete este experimento al que llamamos vida.

Recuerda que hay muchas personas en este mundo que sufren problemas muy graves. No vienes al hogar de un marqués, pero tu padre y yo haremos lo posible por que estés a salvo, alimentada, vestida y, lo más importante, que te sientas querida. Hay mucha gente que no tiene eso, recuérdalo si alguna vez te sientes miserable, o si crees que queremos fastidiarte por no comprarte el móvil nuevo, que seguramente para cuando seas adolescente se llevará implantado en las retinas o algo.

Recuerda que el mundo necesita de gente fuerte, valiente, obcecada, y a la que le molesten las barreras. Intentaremos inculcarte respeto por los demás, porque te molestará cuando se te trate injustamente como es natural. Nosotros creemos que no se ganan las batallas mintiendo, cotilleando o enredando a las personas. Se ganan cuando se tienen ganas de hacer algo y se pone toda la carne en el asador para conseguir lo que se quiere, siempre desde el respeto. Tu padre y yo somos muy celtas, cariño, e intentaremos que tú, aunque sigas tu propio camino, te críes en un hogar en el que esas virtudes sean las que primen. Ésta es la casa del «Honor, valor y esfuerzo», aunque no te vayamos a criar como pagana y no te vayamos a meter en un círculo hasta que tengas edad suficiente como para conducir un coche.

Sobre todo, intentaremos hacerlo lo mejor que podamos. Recuerda que aunque cuando seas pequeña te parezca que papá y mamá lo saben todo, somos humanos. Eso lo verás muy claro cuando te entre la edad del pavo. Tu padre es un bendito, hija, todo hay que decirlo. Pero tu madre, la que suscribe, tiene muchos defectos. Herederás algunos, aprenderás otros, y justo cuando nos demos cuenta de que no podemos cambiarte, de que te has convertido en ti misma, nos daremos cuenta de que esos defectos son tus mejores virtudes. Sólo que tú no te darás cuenta hasta muchos años más tarde. De nuevo, nos ha pasado a todos.

Respira. No te olvides de respirar. Si no respiras, te mueres. Y te quiero vivita y coleando muchos años, para que seas feliz, para que experimentes el goce de un orgasmo, el sabor de la victoria, lo que se siente al llegar a una meta que parecía inalcanzable, al saberte capaz de lo que se antojaba imposible. Respira porque siendo conscientes de nuestra respiración somos conscientes de nuestra existencia, porque en cada ciclo de inhalación y exhalación hay toda una historia. Respira porque vamos tan rápido que olvidamos respirar, olvidamos sencillamente ser. Y yo no quiero criarte con prisa. Quiero saborear cada centímetro que crezcas con todas mis metafóricas papilas gustativas. Quiero que me enseñes a vivir despacio.

Aún no has venido a este mundo y ya me has traído una bendita redención. Gracias a ti me he reconciliado con las mujeres de mi vida, empezando por mí misma. ¡Quién lo iba a decir, de alguien que trabaja con la Diosa! Llevo toda mi vida adulta ocupando posiciones tradicionalmente masculinas y se me había olvidado que yo tenía dentro todo esto. Me has reconciliado con mi lado maternal, y también me has enseñado mi lado fiero. Aún no has nacido y ya he sacado los dientes y las uñas por ti. Gracias a ti soy Isis, gracias a ti soy Brigit, gracias a ti soy Bast, Sekhmet, gracias a ti soy mucho más de lo que jamás habría sido capaz de ser por mí misma. Tengo un Universo dentro, y ese Universo entero, con todo su potencial, eres tú.

Por todo eso, desde ya, gracias.

Te quiere,

Mamá

3 thoughts on “A mi hija aún no nacida

  1. Me recuerda a una carta que le escribí yo a Alex cuando estaba en mi tripa. Fué la primera vez que firmé con Mamá refiriéndome a mi misma y recuerdo que me quedé mirando embobada la palabra un par de minutos. Se que tu hija aún no ha nacido pero la madre está ya plenamente viva en ti. Disfruta de tu embarazo, y dale un beso a esa pequeña que tienes dentro 🙂

  2. Precioso, ojalá cuando sea padre pueda sentir algo así. Mucha suerte a ese pequeña guerrera que tienes dentro y a ti en las noches que llore y de la lata pero si yo con mis primos se que compensa, se que tu deberás sentir algo mucho mayor. Que Artemis te de un parto feliz y seguro, que Hera cuide de ella y que Hestia le de un hogar adecuado para crecer. Que Apolo le de creatividad, que Zeus le de poder sobre su vida, que Hermes le de la curiosidad por lo que la rodea. Que los Dioses en sus múltiples formas la bendigan.

  3. He llorado de emoción. Hace unas horas que he descubierto que yo también voy a ser mamá.

Comments are closed.