Mirando atrás (éstas son mis pifias)

Es inevitable mirar atrás, sobre todo cuando tienes tiempo para pensar. En estos años que llevo siendo pagana y bruja me doy cuenta de lo que me gustaría haber hecho diferente, mis errores más frecuentes y mis pifias más tremendas (lógicamente, desde mi punto de vista). Son cosas muy personales y muy especiales, cosas de las que espero haber aprendido. El orden de las pifias es totalmente aleatorio.

1. Implicarme mágicamente con alguien al que conozco poco. Nunca, jamás, volveré a hacer magia para alguien sin conocerle muy bien antes. La razón para esto es que ayudé a una persona a quien daba clase, que me pidió ayuda muy desesperada por un supuesto caso de malos tratos. Acepté ayudar con los ojos cerrados. La persona demostró pocos meses después que no era de fiar, pero yo ya le había hecho el trabajo mágico. Menos mal que hice el trabajo en su nombre y no de forma personal, porque se me podía haber caído el pelo si llega a ser mentira, ya que pedí justicia. Tuve suerte, pero no siempre se tiene. Reconozco que soy una ingenua.

2. Poner mi cuenta de correo para alumnos como cuenta principal de contacto del Templo. Hubo un tiempo en el que recibía todo el correo «de fuera» mezclado con el de los alumnos. Era imposible discernir qué era prioritario con tanto volumen de trabajo. Afortunadamente cambiamos el sistema.

3. No pedir ayuda y no saber dónde está mi límite. El año pasado hubo un tiempo en el que me desbordé de trabajo. Entre mi trabajo en la oficina, administrar el Templo, traducir para el Templo, traducir chamanismo correlliano, administrar el departamento de la corte externa y mi vida propia, llegué a estar al borde del agotamiento. Pedí ayuda cuando tuve un problema y me di cuenta de que no podía hacerlo sola. A día de hoy me alegro de haberlo hecho antes de empezar a perder pelo por el estrés. Eso sí, me puse mala varias veces por el camino.

4. Tardar 7 años en cambiar el Santuario Personal a Santuario Witan. Cuando me doy cuenta de lo que ha crecido la Tradición Correlliana en España desde que decidí dar ese paso de abrir el Templo al público con lo que entonces era el Santuario de Brigit y ahora es el Templo de Brigit, me arrepiento de no haberlo hecho antes. Y me alegra haber dado el paso al final.

5. No descansar o no valorar mi vida personal. Tenemos la idea de que el sacerdote sirve, y como sirve no tiene derechos. Pero sí se tienen. Un derecho es un fin de semana de descanso con tu pareja, no importa cómo se ponga la gente. Las personas necesitan descansar para no quemarse, y la persona que no lo entiende tiene un problema de empatía que, desafortunadamente, sólo ella misma puede arreglar. Ahora intento descansar y si hago algo en fin de semana relacionado con el paganismo, procuro que sea nutricio para mí y para mi familia, a la que también tengo que cuidar.

6. No aclarar desde el primer momento que no soy un gurú. La potestad de la vida ajena la tiene la persona, no yo. La capacidad de cambiarla, ídem. Yo soy sólo una persona con vocación de enseñanza, que tiene unos conocimientos y que hace lo que puede para tener las riendas de su vida, pero que no puede tener las riendas de las de los demás, es imposible. Aclarar esto desde el principio me habría ahorrado muchos problemas de falsas expectativas.

7. Callarme demasiado. Tiendo a callarme las cosas porque no soy de querer problemas, y así me lleva pasando desde que monté el Santuario Witan. Me han armado verdaderas peloteras por naderías, y me he quedado callada a pesar de tenerlas conmigo. Esto me pasó una vez hace unos tres o cuatro años, y lo pasé fatal. Hasta que un día la historia se medio repitió, se me hincharon mucho los ovarios porque recordé la experiencia anterior, y dejé de callarme. Lección que aprendí: para que te dejen en paz tienes que quejarte por los cauces correctos, de lo contrario la gente se crece porque se cree que eres tonto.

8. Contestar a emails de gente que escribe con malas intenciones. Haberlos, haylos, y más con la cantidad de evangelizadores y auto-erigidos «salvadores del paganismo» que rondan por estos lares. Este tipo de personas va a tomarse a mal todo lo que diga, así que he aprendido que mejor no perder el tiempo, simplemente.

9. No confiar en mi instinto. En el pasado acepté a alumnos que no me gustaban desde el principio. Según mi experiencia, esto nunca sale bien. Por eso ahora quiero conocer a la gente con la que doy clase, de una forma un poco más profunda y no con un email que diga «quiero ser wiccano y tengo poderes». Desde que soy más selectiva tengo una mejor experiencia y creo que mi grupo también.

10. Decir lo que pienso de alguien públicamente. Un error muy gordo. Las redes sociales y los blogs nos juegan malas pasadas con los calentones o por otras emociones, y nos escudamos en el «es que éste es mi blog/muro y escribo lo que me da la gana» para hacer estas cosas. Años después esto me sucedió a mí por facebook, y encima con nombre y apellidos. Ahora que sé que te aceptan la denuncia a trámite por este tipo de cosas, es algo con lo que tengo muchísimo cuidado. No me alegro de haberlo sufrido, porque lo pasé muy mal, pero me alegro de haber aprendido la lección.

11. Dejar 13 lunas aparcada durante tanto tiempo. Estuve sin escribir en 13 lunas durante unos 2 años, en el lapso en el que dejó de ser revista online para convertirse en blog. Me arrepiento de no haber seguido escribiendo, pero estaba con depresión y no me apetecía nada escribir. 13 lunas volvió justo cuando yo salí de aquel bache y pienso que si me hubiera obligado a escribir quizá lo habría superado antes, ya que me resulta terapéutico. Pero sólo espero no volver a tener depresión en mi vida, ya está.

12. Tomarme las cosas de forma demasiado personal. Ya sé que soy visceral hasta la médula, pero precisamente por eso he tenido que aprender que no todo lo que ocurre en el mundo es por mí o por mi culpa o por mi responsabilidad. Hay personas maleducadas, suspicaces, simpáticas o consideradas en este mundo, y no tiene por qué estar relacionado con uno mismo, sino con la naturaleza de esa otra persona. Cuando he dejado de tomarme las cosas de forma personal he descubierto que soy mucho más feliz.

13. Participar en cotilleos. El Paganismo español es un pueblo donde todos se conocen y todos hablan de todos. No pasa nada mientras los comentarios sean inofensivos y sean simplemente relacionados con el trabajo honesto que hace alguien. Pero participar en el juego de los cotilleos de vidas personales, especialmente si la persona no se puede defender y yo no puedo desmentirlo, no me gusta. Mi error fue escucharlos y no hacer nada. Ahora prefiero decir «yo a esa persona no la conozco, por tanto no puedo hablar ni opinar, y preferiría no saber» y se acabó. Y cuando es alguien a quien conozco, sí que desmiento o digo eso de «pues sus razones tendrá». Que es muy gustoso eso de tener cotilleos, pero mejor guardárselos uno y honrar a sus votos como sacerdote, de lo contrario se arriesga uno a quedar muy mal delante de gente que no conoce.