Recovecos de la devoción

El otro día estaba charlando con unos amigos, un par de ellos alumnos del Templo, sobre altares a Brigit. Uno de ellos comentó que su altar era «poco ortodoxo» porque tenía las cartas del Tarot encima del altar de la Diosa. Después de varios comentarios decidí intervenir: «Brigit es la patrona de la Adivinación», dije. Como patrona de los bardos, regía la inspiración divina y por tanto los mensajes que llegan de los Dioses a través de los diferentes métodos oraculares, ¡incluyendo la canalización y el trance! Se consideraba a los bardos «tocados» por la Divinidad, como mensajeros de la misma, y como expertos en el poder de la palabra eran capaces de lanzar maldiciones y bendiciones. Sabiendo esto es muy lógico pensar que la Adivinación sea uno de sus atributos naturales, aunque normalmente no se le presta atención a esto y se opta por ensalzar otras cualidades que, curiosamente y según mi experiencia, no están tan marcadas en su carácter.

Creo que hay cosas que normalmente llaman menos la atención o sobre la que voluntariamente la gente, que son quienes al fin y al cabo comparten la información con los demás, ha pasado de puntillas. Si veis el título, estoy hablando de «recodos» en la devoción, precisamente esas partes que llaman menos la atención o que normalmente omitimos cuando hablamos de las Divinidades a las que rendimos culto. Creo que si queréis hacer una devoción en algún momento os gustará saber que hay más en las Divinidades de lo que se ve de primeras (algo parecido a lo que ya comenté en la entrada en la que explicaba por qué se vende a Brigit como «blanda», pero en realidad de blanda tiene poco). Personalmente, pienso que podemos llegar a esos recovecos o revueltas a partir de a) estudio, b) práctica o c) una sana combinación de ambos.

El estudio es relativamente fácil: coges un libro y lees. Luego otro. Luego otro. Luego te vas a por los libros de folklore, a cánticos, himnos o incluso a canciones populares. Y luego cruzas datos. Ésta es la parte difícil, porque entre tantos datos muchas veces te lías y no recuerdas la mitad. Mi consejo: hacer reseñas y tomar apuntes, no hay más. Y ser muy, muy organizado, por supuesto.

La práctica no existe sin un estudio previo, para ser honestos, aunque siempre existe la posibilidad de hacer algo sencillo para «calentar» y así comenzar a devocionar poco a poco. La experiencia se convierte en algo más personal, pero se corre el riesgo de hacer las cosas por la «Ley de L’Orèal» (porque yo lo valgo), convirtiendo la devoción en un «todo vale» y olvidando que hay ciertas costumbres y que en esto de la simbología ritualística existe una convención social que ha afectado también al nivel energético. O dicho de otra forma: el hecho de que miles de personas a lo largo de los siglos hayan hecho las cosas de determinada forma facilita que, cuando nosotros usamos el mismo símbolo que ellos, el acceso a la energía nos sea mucho más sencillo (porque el pensamiento afecta a los esquemas energéticos y por tanto el pensamiento de muchos afecta en gran medida a los patrones energéticos).

La sana combinación de ambos elementos me parece el método más útil. Por un lado se le pierde el miedo a la devoción (que hay mucho) y por el otro se le pierde la fobia a los libros (que también hay mucha). Nos permite cimentar la devoción en la Historia, o en costumbres, o la adopción de invocaciones o himnos tradicionales. Nos permite empezar un trabajo serio, y por tanto nos hace estar más predispuestos a ver «más allá».

Aquí es donde entran los recovecos: cuando encontramos cosas ocultas de las Divinidades a las que rendimos cultos a través del estudio y de la práctica. En algunos casos, esas «cosas ocultas» están escondidas en himnos documentados, por lo tanto tras estudio es posible darse cuenta de que están ahí. Pero cuando hablamos de Divinidades cuyo culto se ha basado en una cultura de transmisión oral, como es mi caso con Brigit, a veces esto empieza con una tendencia devocional o una «corazonada». En mi caso empezó con la práctica de canalización oracular, pues cuando me encomendaba a Ella me resultaba infinitamente más sencilla. Luego, mediante «aprendizaje tangencial» (esto es, llegué a un libro que no tenía nada que ver con la Diosa pero sí con la cultura celta irlandesa, y de pronto me di cuenta de que parte de lo que contaba estaba relacionado con los atributos de la Diosa), a veces obtienes la confirmación de esa corazonada, como resultó en mi caso. Y así, tener una baraja de tarot, un cuaderno para practicar la escritura automática o un espejo negro para practicar la visualización en el altar de Brigit se convirtió en algo natural para mí.

Con esto me gustaría animaros a intentar ver más allá, a no quedaros en lo que nos dicen las páginas de internet o los libros. Creo que en todas las Divinidades, no sólo en Brigit, hay más de lo que parece. Es igual que cuando preguntas cómo es alguien y te dicen que es «buena gente», pero no se entra en detalles sobre los hobbies que tiene la persona o lo que se le da bien hacer. Siempre hay más, siempre se puede conocer más, siempre se puede, sobre todo, vivenciar más.