Religión, superstición y la relación con los Dioses

En la tradición a la que pertenezco se insiste de una forma muy fuerte en las diferencias entre religión y superstición, ideas que no nos hemos inventado nosotros, sino que se las debemos a pensadores como Plutarco. En el S. I, Plutarco dijo que la principal diferencia entre religión y superstición era que la primera estaba basada en el amor por los dioses, mientras que la segunda se basaba en el miedo hacia ellos.

En Wicca se puede vivir la religión y la superstición, tal como las entendía Plutarco. Esto lo veo a diario y es una de las cosas que creo que más disgusta a muchos de esta religión, y es que sigue existiendo ese concepto de ser «temeroso de Dios/de los Dioses». Es como si mañana te fuera a partir un rayo por casi cualquier cosa, y creo que así no se puede vivir. Me gustaría exponer mi experiencia a este respecto y romper una lanza a favor de los que todavía andamos este sendero como religión y no como superstición, porque creo que cuando recorres el sendero religioso es cuando lo disfrutas de verdad. Esto lo explico según mi experiencia y aclaro que no quisiera sentar cátedra.

La relación con los Dioses

Podemos relacionarnos con los Dioses de muchas formas, pero no deja de ser similar a cuando conocemos a alguien en la calle. Pensemos en una situación típica: nos presentan a alguien, nos encontramos o quedamos con ese alguien, nos llamamos por teléfono… y al cabo de mucho tiempo llega a ser nuestro mejor amigo, una persona imprescindible, alguien con quien estar a gusto, reír y llorar. Al principio no vamos a llamar a una persona a la que acabamos de conocer por un mote o apodo que le hayamos puesto, sigo que le llamamos por su nombre. Luego puede que le pongamos apodos, o que le pidamos (y éste es el ejemplo que pongo siempre) que vaya a ayudarnos a pintar la casa a cambio de un bocadillo y una cocacola.

Las Divinidades, desde mi experiencia, son muy parecidas: primero las llamamos por su nombre y/o sus títulos, le ponemos una ofrenda de cortesía, y no nos atrevemos a pedirles nada, sólo queremos conocerlas de cara a trabajar un aspecto de nosotros mismos. Esto es una forma de entrar en contacto con esa energía. Al cabo del tiempo, establecemos una relación, la devoción, que es una relación de aprendizaje con esa Divinidad. Y llega un momento en el que el devoto ama a esa Divinidad con la que se relaciona, y se siente amado igualmente. Es entonces cuando se producen los guiños, las «casualidades» que no son casuales, las pequeñas cosas que le pasan a uno, que creemos/sabemos que están relacionadas con la Divinidad y que inevitablemente provocan una sonrisa, porque es como si tu grupo de amigos de toda la vida te hubiera hecho una fiesta sorpresa. Luego llega el momento de pedir cosas y, como con los amigos, ponemos una ofrenda u ofrendas por las «molestias» del favor. Muchas veces nuestros amigos dicen que no hace falta la cortesía, que hay confianza de sobra para pedir favores, pero aun así invitamos a algo como agradecimiento. Con la Divinidad pasa igual: puede que tengamos muchísima confianza, pero ser cortés y agradecido nunca está de más.

Para mí, tener una relación, ya no de «amor», sí de conocer a la Divinidad, es importante. Establece las bases de una religiosidad sana y normalizada. Es cierto que no vamos a conectar de igual forma con diferentes aspectos de la Divinidad, por ejemplo para un amante del panteón celta puede ser difícil conectar con el panteón shintoísta japonés, porque es como si te presentan a tu primo de Japón: hay tal cantidad de diferencias culturales que los conceptos se hacen difíciles a priori. Pero esas barreras, culturales, conceptuales, o como queramos llamarlas, acaban cayendo a base de trabajo constante, de relación y de cariño.

De la advertencia al miedo: la superstición

En el mundo de la Wicca, la advertencia (que suele ser interpretada como «meter miedo» a alguien si se saca de contexto) se suele dar a los principiantes cuando no saben muy bien cómo tratar con una Divinidad. Normalmente la gente que hace estas advertencias son personas bienintencionadas que han tenido experiencias variadas a este respecto cuando estaban empezando. Ahí es donde surge el miedo y la superstición, o es el punto desde el cual yo lo he visto surgir.

A raíz de esas advertencias, la gente deja de practicar Wicca. Y no los culpo: ¡no se puede vivir así! Sin embargo, quisiera explicar por qué se hacen determinadas advertencias en lo que respecta a las Divinidades y a las devociones, pero desde el punto de vista que estoy siguiendo en este post, el de la relación.

Siempre se dice que cuando estamos trabajando con una Divinidad por primera vez es importante invocarla por su nombre, con fórmulas que sabemos que funcionan porque ya se han utilizado, y conforme esa relación se vaya haciendo más estable (y esto llevará meses o incluso años, igual que nos llevaría con un nuevo amigo) tendremos nuestra propia forma de conectar con ella. Una buena amiga siempre pone el ejemplo muy extremo de llamar «Eh, tú» a las Divinidades o los elementales, y como pasaría en una calle atestada de gente, «Tú» pueden ser gran cantidad de entidades diferentes, con lo cual podemos estar llamando a casi cualquier cosa. Si no llamamos a la Divinidad por su nombre, ¿cómo va a saber que nos referimos a ella? Cuando la relación se hace más estrecha y nosotros estamos acostumbrados a esa energía, quizá la fórmula completa no sea necesaria, sino la parte que a nosotros nos haga acceder o conectar con esa Divinidad. Puede ser incluso un estímulo visual, sin necesidad de fórmulas habladas; pero esto lleva tiempo, insisto, como con las personas.

Quizás el problema surge cuando la persona lleva al extremo estas advertencias. Por ejemplo, un consejo habitual suele ser que no se pida ayuda a una Divinidad a la que no se conoce o de la que poco se sabe. Esto es más bien porque la información que nos llega de las Divinidades suele estar sesgada: el ejemplo más claro es pedirle amor a Afrodita, que nos mandará un montón de amantes bien guapos, pero probablemente no nos mande una pareja con la que casarnos. Conforme trabajamos con la Divinidad, vemos qué rige y qué no, y qué podemos pedirle o qué no. Porque en la vida real no iríamos a comprar pan a una ferretería.

Tú eres el centro

En definitiva, si te vas a animar a trabajar con una Divinidad, va a requerirte esfuerzo, como cuando tienes una relación con alguien. Pero ya no por la Divinidad (a las Divinidades les encanta tener devotos), sino por ti mismo. Eres TÚ quien tiene que sentir ese amor, esa alegría, ese gozo, esa amistad. Ser devoto es una mezcla entre estar enamorado y orgulloso de la energía Divina con la que trabajas, y eso se consigue dedicándote tiempo para establecer esa devoción. Es una relación que con el tiempo puede romper tantas barreras que se rompe incluso ese complejo de inferioridad que se suele tener ante las Divinidades, haciéndonos tratar con ella como iguales, descubriendo partes tan inauditas como el sentido del humor divino o el orgullo que se puede sentir al decir «Yo soy amigo/a, hijo/a, devoto/a de X».

 

Dedicado a Brigit. Mi madre, mi amiga, mi hombro para llorar  y una experta en sorpresas.

4 thoughts on “Religión, superstición y la relación con los Dioses

  1. En Helenismos existe el concepto de ser libre y ponerse frente a los Dioses de forma, libre. Brindarles nuestro amor y respeto desde la libertad y no como forma de esclavitud. Estoy de acuerdo en ello, hay que actuar con ellos sin miedo, pero no hay que perder de vista que son Dioses y no son como nosotros. He escuchado cosas muy raras en relaciones con los Dioses basada en la idea de que como dentro de nosotros vive la Divinidad me puedo permitir cualquier cosa. Desde Diosas que ruegan invocaciones a voces, Dioses que suplican relaciones sexuales a devotos por necesidad de energía ya que si no se mueren hasta Sacerdotisas que sienten que una Diosa las llama porque la Diosa está deprimida desde que ella se fue….
    Creo que es importante no perder el foco, no creo que nadie le rinda pleitesía a su jefe en el trabajo pero dudo mucho que alguien de nosotros se permita faltarle el respeto o tratarle como un colega en las reuniones de empresa. Al menos esa es mi ideilla, todo desde mi trato personal con Ellos. Abrazos Harwe :****

    1. Hola Dana! Sí, se oyen cosas muy raras, pero bueno, historias para no dormir hay en todas partes y creo que son las menos en este mundillo, afortunadamente. Como dices, no se puede perder el foco, hay un poco de «sentido del protocolo» ahí, si me lo permites. Sería como distinguir dónde está la línea entre ser un conocido o un amigo, por ejemplo, y eso pasa no sólo con los Dioses, pasa con todo el mundo. Con las personas también somos «iguales», pero como dices con el ejemplo del jefe, no vamos faltando el respeto «porque sí» o siendo irreverentes sólo porque nos nace. Creo que hay líneas y líneas, entre personas y Dioses, y entre personas y personas. 🙂 Abrazos para ti.

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